21 de septiembre de 2012

De Abeles y Caínes - Enrique Del Percio

La vida, la historia y la mitología nos muestra que los hermanos a veces se matan (Rómulo y Remo, Caín y Abel); normalmente pelean (Jacob y Esaú, José y sus hermanos o el hijo pródigo y el suyo en el mundo bíblico; Atenea y Poseidón, Manco Capac y los suyos, etc) y a veces, se quieren.

Por cierto, es más frecuente ver hermanos que se quieren que hermanos que se matan, pero todos los que tenemos o conocemos familias con dos o más hijos constatamos que es normal la pelea.

Trasladado al plano político, tomando como clave de bóveda a la fraternidad, podemos ver claramente que el conflicto está en la raíz de las relaciones sociales. Sólo asumiendo la ubicuidad del conflicto podemos impedir que el conflicto imponga su lógica en la vida social.

Con la libertad como principio central, podemos pensar una sociedad en la que la mano invisible del mercado se encargue de todo y, por tanto, desaparezca el conflicto social. Entonces, no importa que mientras se llega a ese ideal mueran millones en el camino por la pobreza o la represión.

Con la igualdad, podemos concebir una sociedad idílica en la que cada uno dé a los demás según sus posibilidades y reciba según sus necesidades, en la que ya no habrá más conflicto social. Por tanto, bien vale la pena cargarse a media humanidad si el resultado será tan loable.

En cambio, con la fraternidad sabemos que el conflicto está y estará siempre. A partir de allí podemos encontrar caminos para encauzarlo, canalizarlo, cuando sea posible. Y si no, al menos para evitar que devenga lucha a muerte.

Como bien señala Eduardo, con la fraternidad se supera la lógica egoísta del liberalismo y del capitalismo extremos. Se asume que yo soy a partir del tu que me constituye (Buber) pero también con la fraternidad tu y yo nos abrimos al tercero (Levinas). A el o a ella que no está aquí, que no sabemos qué piensa ni qué quiere, pero que en sociedades complejas y globales incide y mucho en nuestras vidas. Como ese tercero también es nuestro hermano ninguna concepción política puede cerrarse a su influjo. Pero como no lo conocemos, debemos abrirnos a la experimentalidad.

Mientras seguimos experimentando cómo construir un mundo mejor, les mando un fuerte abrazo y, para los de estas latitudes, un feliz día de la primavera,
Enrique del Percio



Publicado por:
www.violentologia.org

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