27 de diciembre de 2013

El Personaje del Año (Varias publicaciones) - Compartido por Daniel Roggero

La revista Time
La prestigiosa revista norteamericana eligió a Francisco como personalidad del año y sostuvo que "se convirtió en la nueva voz de la conciencia."


Diarios europeos
Algunos de los diarios más importantes de Europa (Le Monde, de Francia; The Times, de Gran Bretaña, el Mundo, de España) también eligieron a Francisco como el personaje de 2013 


Otros medios
El Papa también fue "hombre del año" para la versión italiana de la revista Vanity Fair y para el Grupo de Diarios América (GDA)



Compartido por Daniel Roggero


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2 de diciembre de 2013

"Estigmatización de la pobreza asociada a la criminalidad" - Lic. Roberto Samar (compartido por la Dra. Griselda Sanguinetti)

Estimado/as:

Comparto con ustedes un artículo, publicado en diario Página 12, por, Roberto Samar, Lic. en Comunicación Social de la UNLZ, quién reflexiona sobre la responsabilidad de grandes sectores de la sociedad y los poderes del Estado en la “estigmatización de la pobreza asociada a la criminalidad” y “la invisibilización de los pobres cuando se convierten en víctimas de esa criminalidad”.


Nos seguimos leyendo, saludos cordiales.


 
Dra. Griselda Sanguinetti



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23 de noviembre de 2013

SINTIENDO LA VIOLENTOLOGIA UN DIA LUMINOSO PRIMAVERAL...Daniel Roggero

1) Freud, Marx y Nietzsche representan el Placer, el Dinero y el Poder.

2) Pinker, Galtung y Girard son su superación y continuadores, respectivamente.

3) Desesperan ante la Violencia y el Sufrimiento, conceptos con un antepasado común: El Mal. 

4) Buscan una respuesta ahi donde aun no esta formulada la pregunta: ¿Qué es el hombre? Pregunta previa a: ¿Qué es la violencia?

5) Hay un "antes" (misterio) y hay un "después" (trascendencia) que no se deja encerrar ni cazar reductivamente por la red epistemológica de la sociología, la psicología ni la antropología. 

6) Lo humano es más que lo humano y no se esclarece a sí mismo porque no se crea a sí mismo. Ciencia es conocer. Y según el Teorema de Godel,  la última explicación requiere de algo "más" que la explicación misma. 

7) Por lo tanto: Qué es la violencia, qué es el mal y qué es el hombre tienen el mismo grado de opacidad ontológica. 

8) La Razón empírica no "alcanza" y esto lo percibe la razón misma. 

9) La salida de este laberinto - como todos -  esta por arriba (solvitur in excelsis). 

10) COROLARIO: La Violentología así por su naturaleza "vertical" lo puede ver, cosa imposible para las tan horizontalizadas violentografías.  Su desafío es despertar el des-aprendizaje

/// Referencias bibliovideograficas: 
 Planolandia de Abbot; Es real la realidad de Watzlawick; La construcción social de la realidad de Berger y Luckman; Matrix o The Truman Show en Cine; cualquier cuento Borges; la metáfora de la Caverna de Platón...

Abrazo fraterno,



Daniel Roggero

Nota:  Compartimos un video de Anthony de Mello que empalma con este escrito.  Por favor pulsa aquí.


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23 de octubre de 2013

¿Influyen o no los medios de comunicación en la aparición de conductas violentas en los espectadores? - Marcelo Ocampo



¿Influyen o no los medios de comunicación en la aparición de conductas violentas en los espectadores? 

El interesante  artículo sobre “La violencia en los medios de comunicación”, de Miguel Santagada, http://violentologia.blogspot.mx/2013/10/la-violencia-en-los-medios-de.html dividido en dos partes, la primera llamada en busca de certezas, apoyado en estudios de corte epidemiológico y relacionado con las características de la violencia y la segunda sobre las conductas antisociales (victimización estigmatización de grupos vulnerables), muestra que la pregunta acerca de la influencia en las conductas violentas de los espectadores, no es unívoca.
Si bien los estudios de corte epidemiológicos mostrados en el artículo no son concluyentes, otro estudio publicado por Faith McLellan en The Lancet: February 2002: Volumen 359: Number 9305, acerca de la vinculación de la violencia en adolescentes, realizado en USA y en Israel, muestran los efectos directos de un programa televisivo denominado World Wrestling Federation (WWF) visto por alrededor de   35 millones de personas en los Estados Unidos y que contiene secuencias de lucha, sexo explícito, comportamientos violentos y lenguaje soez, demostró una asociación significativa entre sus más jóvenes televidentes con: el uso de alcohol, tabaco y drogas; tenencia de armas; y peleas. La prevalencia es mayor en las niñas que en los niños.

Es interesante resaltar un estudio sobre la prevalencia del impacto de la violencia en los chicos sin antecedentes criminales respecto a los que sí tienen antecedentes delictivos  y curiosamente miran menos estos programas violentos y juegan menos a videogames sobre violencia. (Hagell & Newburn (1994), Young Offenders and the Media: Viewing Habits and Preferences).

En cuántos a las características de la en los medios señaladas por el autor,   me interesa señalar la “omnipresencia” de la violencia directa en los medios y el ocultamiento de la violencia estructural y cultural que legitiman la violencia directa (Galtung). 

Parece normal en este sentido, la discriminación social, la pobreza, la violencia de género y el echo señalado por Auyero y Verti en el libro “La violencia en los márgenes”,  que las  discusiones públicas sobre inseguridad, tienen como protagonistas a los sectores  medios y altos en la escala social, un discurso hegemónico, porque los que experimentan la victimización son los que están mas abajo en este orden social, entre los más desposeídos, esto es, allí donde el estado no está y la violencia interpersonal es la ley del ojo por ojo.
Otra característica mencionada en el artículo de Santagada, es la banalización de la violencia, vale decir el peligro de hacer trivial una conducta desproporcionada como un asesinato o una violación o un asalto. Esta banalización tiene el efecto doble de desensibilizar a la audiencia por un lado y por otro de crear una sensación de temor y de horror exagerados perdiendo la posibilidad de juzgar lo real de la ficción.

A modo de conclusión puede afirmarse que la violencia en los medios y sus efectos en la aparición de conductas violentas, no es una respuesta unívoca.  Los estudios no son concluyentes pero en algunas personas, pueden relacionarse, con aumento de agresión en personas mas susceptibles, el manejo hegemónico en cuánto a la violencia que se muestra vale decir, la violencia directa y aquella que se esconde que es la violencia estructura y cultural.   
    
Por otra parte, el siglo XX  ha sido marcado por la sangre derramada, en dos guerras mundiales, en los estados nación enfrentados, en los terrorismos de estado, es decir un siglo bajo el signo del dios Pan: aquel que se aparecía en los caminos y provocaba la huída, el pánico. 

El siglo XXI está marcado por el horror representado por Medusa (parálisis, piel de gallina, crimen ontológico) y es precisamente por lo inesperado, una violencia “líquida” en la cuál todos somos víctimas vulnerables e inermes.

Marcelo Ocampo

Otras fuentes consultadas:

1. Cavarero A. Horrorismo. Ed, Anthropos, 2009

2. Bauman Z. La cultura en el mundo de la modernidad líquida. FCE, 2013.

3. Auyero

17 de octubre de 2013

Conocer mediante la indisciplina de Franco Caviglia - respuesta de Luis Felipe Castrillón

Teniendo encuenta que ella, la violencia, es multifactorial, dinámica  cambiante, metamorfica y con altas metastasis, ella debe ser comprendida, analizada y explicada desde campos interdisciplinares que den cuenta tanto de sus causas, como de sus efectos con el telos de realizar intervenciones en diferentes escenarios de la vida cotidiana de grupos e individuos, de las dinámicas institucionales que instituyen a los anteriores; pero sobre todo que ellos se entiendan como gestores  de cambios en las instituciones; es decir, el movimiento que instituye instituciones. el caso colombiano es de una complejidad enorme, y mas que su estructura, sus bases aun no han cimentado y forjado a lo largo de nuestra historia. podríamos decir metaforicamente que Colombia en su dinámica no ha cimentado sus dinámicas tanto institucionales como sociales, estamos en un Estado gelatinoso que después de 200 años de nuestra historia presente aun no se ha solidificado y por ende cualquier movimiento de la estructura es semejante a lo que en geología llaman el fenómeno de licuefacción que genera catástrofes  desde este sentido, catástrofes de lo social, político, económico  etc que como consecuencia dan alusiones en el imaginario y la representación de nuestra condición como el País occisida, el país del terror, de la violencia...es mucho lo que hay que hacer...


Luis Felipe Castrillón


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16 de octubre de 2013

La violencia en los medios de comunicación - Miguel Santagada



Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires

Comisión de Violentología

Relatoría de la sesión del 10 de abril de 2013



El miércoles 10 de abril de 2013 a las 13 hs tuvo lugar la décimo séptima sesión de la Comisión Especial de Violentología en las salas 6 y 7 del anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión asistieron Gerardo García, en representación del Diputado Franco Caviglia; el Dr. Enrique del Percio, de la Sociedad Iberoamericana de Violentologia y  Alejandro Maldonado, Felisa Ojeda, Mabel  Bergero, Maria Isabel Echazu, Norma Gandolfo, Roberto Luciani, Myriam Benitez, Sebastián Rivero, Maria José Villafañe, Nora Martínez y Patricia Farah, del Municipio de Almirante Brown. En calidad de relatora participó  Paola Rodríguez.



En esta oportunidad la Comisión contó con la participación del  Dr. Miguel Angel Santagada,  docente e investigador de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires  y  de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Director del proyecto de investigación UBACYT Las representaciones audiovisuales de la violencia: conflicto, necesidades insatisfechas y violencia estructural. Autor de Paternalismos Huérfanos. Comunicación, democracia, globalización (2004) y compilador de Ensayos sobre arte, comunicación y políticas culturales (2012), entre otros textos. El título de su intervención fue:  “Los medios: ¿factores de conducta antisocial?” A continuación reproducimos las ideas principales:



La primera parte de la conferencia se tituló En busca de certezas.  Alli se aportaron algunos datos significativos relativos a la incidencia de los medios de comunicación en el desarrollo de conductas antisociales. Como en Argentina son pocos los estudios adelantados en este sentido, el expositor acudió a aquellos desarrollados en Estados Unidos y Europa. Sobre los ismos, advirtió que no han sido promovidos por los Estados o autoridades públicas sino por organizaciones civiles de diverso signo ideológico que buscan culpabilizar o exonerar a los medios como factores causantes de la violencia. El primer estudio citado fue el de  Jeff J. McIntyre “Media Violence in the NewsAmerican Psychological Association Public Policy Initiatives”, donde se expone la  estadistica de la APA Task Force on Children and Television, según la cual los chicos norteamericanos presencian unos 8000 asesinatos y unos 100000 actos violentos antes de terminar la escuela primaria.



Pero, ¿cuáles serían las características de la violencia que es transmitida por los medios? Una primera es su omnipresencia. La violencia televisiva aparece en la  ficción, en los informativos, en los  documentales y en los reality shows.Todo género televisivo tiende a mostrar  en pantalla alguna forma de violencia:  simbólica, política, delincuencial, pero también es cierto que no todas las formas de violencia se muestran. Hay formas de violencia social poco frecuentadas como la pobreza, la marginalidad y la discriminación.



Otra característica de la violencia televisiva  es el reduccionismo. En los medios las violencias son reducidas a hechos escabrosos de gran impacto e interés para las grandes audiencias como luchas, tiroteos y enfrentamientos. Esto invisibiliza formas de violencia institucional y estructural de las cuales son víctimas millones de personas en el mundo.

En tercer lugar, la violencia es presentada como quedando siempre en la impunidad. Los actos violentos suelen quedar sin castigo aunque “reciban su merecido”. Además la violencia parece como neutral, esto es, yendo más allá del bien o del mal, cualquier personaje bueno o malo la puede ejercer. Estas condiciones hacen que la audiencia tienda a sentir que vive en un mundo sórdido, que la sociedad actual es peor que la del pasado.



Una cuarta característica es la banalización. Banalizar significa presentar un hecho extraordinario como si tratara de algo común.La puesta en escena de la violencia televisiva es efectista: apunta a la sorpresa. Muestra siempre la “Perspectiva del triunfador”:  no se muestra el dolor de las víctimas o sus daños físicos y emocionales. Además, la retórica de la violencia televisiva cosifica a las víctimas, y desensibiliza a las audiencias.



Finalmente, la violencia televisiva es caracterizada por su inevitabilidad. La violencia aparece como el único recurso eficaz para cualquier conflicto y la no utilización de la violencia se presenta en términos de incapacidad, no de opción racional o ética. En este sentido, se desconoce que la sociedades contemporánea está llena de conflictos de todo tipo, pero que no todos pueden resolverse por la via de la violencia, al estilo de Hollywood. En los realities por ejemplo, la reacción inmediata que es exaltada es la agresividad, esta parece estar siempre a flor de piel.



Otras evidencias que nos permiten conocer el panorama de las escenas violentas son las siguientes: El 98% de los hogares tienen por lo menos un receptor de televisión, y 16% de los niños de edades comprendidas entre 2 y 17 años  pasan 10 horas por día en entornos mediáticos.

Ahora bien, ¿influyen o no los medios de comunicación en la aparición de conductas violentas en los espectadores? Los estudios no solo no son concluyentes sino que ofrecen resultados en uno y otro sentido. Veamos:

-             Según Georges Gerbner y Jo Groebel, la descripción de un  mundo amenazador y peligroso lleva a actitudes más temerosas y cautelosas frente al entorno real. Si la gente está atemorizada, desarrolla ansiedad frente al mundo y tienen dificultades para distinguir entre realidad y ficción.

-        Según los Estudios longitudinales de Milavsky, Kessler, Stipp & Rubens (1982a, 1982b), en los que se trabajó un panel  de tres años para ver la evolución de más de 3000 jóvenes con preferencias categorizadas de consumo mediático, no se han obtenido evidencias de efectos mediáticos significativos

-        Hagell & Newburn (1994), en su estudio Young Offenders and the Media: Viewing Habits and Preferences, del Policy Studies Institute de Londres,  entrevistaron 78 jóvenes  con antecedentes criminales y analizaron la biografía  de los entrevistados en términos de sus consumos mediáticos. Compararon el registro con el de un grupo de más de 500 alumnos de una escuela ‘común’ y encontraron que los jóvenes con antecedentes criminales veían menos televisión y jugaba menos videogames que sus contrapartes, que estos jovenes  tenían menos acceso a la tecnología y que no manifestaban tanto interés en ofertas televisivas específicamente violentas,  ni disfrutan del mismo material que los jóvenes “comunes”

-        En el estudio comparativo de Hagell & Newburn (1994) “Young Offenders and the Media: Viewing Habits and Preferences” desarrollado por el  Policy Studies Institute de Londres, a la pregunta : ‘si pudieras ser alguien famoso de la tv, quién elegirías ser,’ los chicos con antecedentes criminales  “tuvieron dificultades en comprender por qué alguien podría querer ser tal persona”.

-        De las conclusiones  de  la investigación Mass Media Effects on Violent Behavior” de Richard B. Felson (1996), podemos rescatar las siguientes:  Existe diferencia entre creer que hay un efecto y haber  demostrado que hay efectos. En este sentido, podemos decir que la violencia televisiva tiene modestos  efectos sobre algunos espectadores, pero es un factor insignificante  en las altas  tasas de crimen. De hecho, los criminales más violentos no se  formaron viendo tv.

-        Según el Surgeon General’s Report on Youth Violence  (2001), la exposición a la violencia televisiva “causa” un incremento a corto plazo de la agresividad,  tiene poca o ninguna gravitación en provocar violencia real. En el mismo sentido se manifestó la The Federal Trade Commission (FTC) en su informe 2007: “La exposición a la  violencia mediática  correlaciona con la agresividad, pero la evidencia no es suficiente para establecer si la exposición a la violencia mediática causa el incremento de la agresividad”.

Como vemos hasta este punto no existen evidencias definitivas que demuestren la relación entre el consumo de imágenes violentas y el desarrollo de conductas antisociales.



La segunda parte de la exposición se concentró en la Conducta antisocial. A este respecto el expositor partió de los planteamientos de Freedman (2009), para quien los programas “violentos” y los “no- violentos” no son equiparables en el  marco de un estudio de laboratorio ya que la  medición de la agresividad depende  de interpretaciones. Así por ejemplo, en los estudios de laboratorio los niños  pueden responder según lo que esperan  que el experimento quiere de ellos, o les  permite hacer. No se han demostrado, por tanto, correlaciones entre factores individuales y la exposición a la violencia mediática. Los medios pueden dar idea de formas violentas de conducta que la gente no obtendría de otro lado.

Por su parte Bandura (1973) sostuvo que “la reestructuración cognitiva del comportamiento por medio de justificaciones morales y caracterizaciones paliativas es el mecanismo psicológico más efectivo para promover conductas transgresoras”. Como resultado, se produce un  desplazamiento de la responsabilidad del individuo, con tres efectos concomitantes: las tendencias a la deshumanización y  demonización de las víctimas;  el desarrollo de estereotipos sociales sobre ciertos colectivos como inmigrantes, mujeres, ancianos y la fuerza de la autoridad; y la insensibilidad frente a la violencia, aunque ésta no puede ser establecida de una vez y para siempre en cada individuo: depende de qué represente la víctima para el espectador, etc.

Además de las evidencias contradictorias que pueden observarse en los estudios anteriores. Los estudios de incidencia de las imagenes en las conductas antisociales suelen partir de una serie de planteos equívocos. En primer lugar, no es equivalente hablar de efectos de los contenidos mediáticos en la conducta  que considerar el significado de las escenas violentas que aparece en las pantalla. Por otra parte, ciertas actitudes corresponden a personas que disfrutan de ofertas mediáticas, asi:  las personas violentas pueden preferir mirar ‘películas violentas' – pero no se ha podido demostrar que los consumos mediáticos produzcan esas conductas. Con respecto a los niños con conducta antisocial, los estudios indican que tendrían mayor interés en ofertas mediáticas más violentas, pero no es consistente ni tiene soporte empírico la idea de que la conducta antisocial sea consecuencia de dichas ofertas

Una primera conclusión que podemos extraer entonces, es que la crítica contra la violencia mediática es arbitraria y selectiva, no exhaustiva

En un cuestionario intercultural aplicado a 5.000 niños y niñas de 12 años de 23 distintos países alrededor del mundo, se encontró que los varones se sienten mucho más atraídos por la violencia que por las mujeres. La pregunta que nos hacemos a esta altura entonces es:  ¿Acaso los  varones sienten la agresión como una recompensa? Se abre aqui una potente línea de análisis.

Según las investogaciones de Groebel (1993)  y Donnerstein “National Violence Study” (1997), alrededor de un 75% de los actos agresivos en la pantalla en Europa y Estados Unidos permanecen sin ninguna consecuencia negativa para el “agresor” en la película y son recompensados.

Las evidencias presentadas han hecho necesaria la elaboración de distintas teorías sobre la divulgación de la violencia. Nos interesan cuatro:

a) Social Learning Approach: Cuando una conducta agresiva tiene éxito, algunos sujetos pueden creer que lo mismo es verdad para su propia vida.

b) Teoría del guión:  “Si se sobreestima la probabilidad de violencia en la vida real, puede emerger  la creencia de que la violencia es normal y adecuada para la sociedad moderna.

c) Teoría de la catarsis: Consumir contenidos violentos o jugar videos, purifica las tendencias agresivas y alivia  los sentimientos de intemperancia y odio en la vida real.

d)        Teoría de la brújula: Los contenidos de los medios ofrecen una orientación a través de un marco de referencia que determina la dirección de nuestra propia conducta.  Los espectadores no adoptan lo que han observado; miden la distancia entre su propia conducta y los modelos que se ven en los medios. Si la crueldad parece “común”, es porque el entorno cultural no ha establecido un marco de referencia alternativo de trabajo.



Conclusiones  y discusión

Llegado a este punto podemos concluir que:

- La violencia en los medios es universal. Se presenta en  primera instancia en un contexto de   recompensas

-        La violencia en los  medios “Compensa” las propias frustraciones y déficits en áreas problemáticas.

-        Ofrece “emoción” a los niños en un entorno menos problemático.

-        Crea un marco de referencia para “roles atractivos como modelos”.

-        Depende de características del espectador y su entorno familiar.

-        La omnipresencia de la violencia en los medios contribuye al desarrollo de una cultura global agresiva.

-        Las “características de recompensa” de la agresión son más promovidas que las formas no agresivas de enfrentar nuestras vidas. Por lo tanto, prevalece el riesgo de la violencia de los medios.




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28 de septiembre de 2013

Determinantes Sociales de la Violencia - Daniel Pedro Miguez



Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires
Comisión de Violentología
Relatoría de la sesión del 31 de octubre de 2012


El miércoles 31 de octubre de 2012 a las 13 hs tuvo lugar la décimo sexta  sesión de la Comisión Especial de Violentología en las salas 7 y 8 del anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión asistieron las diputadas Maria Alejandra Martinez, Viviana Nocito y el diputado Franco Caviglia.También concurrieron Carolina San Roman, asesora del diputado Juan de Jesús; Gerardo García, Leonardo Villafranca y Miguel Luna, asesores del Diputado Caviglia. Como invitados de la sociedad civil y organizaciones de Derechos Humanos participaron Norma Gandolfo (DDHH Almirante Brown), Margarita Gerez (Lomas de Zamora), Roberto Oscar Luciani, Alejandro Maldonado, Jorge Barreray Felisa Ojeda. En calidad de relatora participó Paola Rodríguez.

En esta oportunidad la Comisión contó con la participación del Dr. Daniel Pedro Miguez, Ph. D. (Doctorado) del Departamento de Antropología Social y Sociología del Desarrollo de la
Facultad de Ciencias Socioculturales de la Universidad de Amsterdam. Investigador de carrera del CONICET. Profesor Adjunto Exclusivo Ordinario de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Su Área profesional y de interés son los sectores marginales urbanos, desde la perspectiva disciplinar de la sociología de la cultura y antropología simbólica. Sus áreas de especialización son el conourbano y las ciudades intermedias de la Provincia de Buenos Aires. Otras de sus temáticas específicas de investigación son violencia y delito, educación y religiosidad popular. La exposición del Dr. Miguez se tituló “Las condiciones sociales de la Violencia”. A continuación reconstruimos sus puntos principales.

Mi exposición de hoy se ocupa de dos cuestiones disparadoras. Por un lado, mostrar cómo se relacionan las condiciones sociales con la evolución de diferentes formas de violencia. Es decir si existe relación entre estas dos variables y ver de qué tipo sería. Este primer punto se relaciona con una serie de discusiones éticas y políticas referidas a los efectos de relacionar pobreza y violencia. En principio, la pregunta por esta relación corre el peligro de estigmatizar a los sectores más pobres, pero esta no debe ser una excusa para no intentar responderla. Mi posición es que es mejor conocer cómo son esos vínculos, sin negar a priori la existencia de esta relación. Más que asumir una posición valorativa acerca de este vínculo, lo mejor es conocerlo. Mi trabajo apunta a mostrar relaciones más generales, más agregadas, para ver qué vinculaciones pueden establecerse entre violencia y condiciones sociales en la Argentina de los últimos 15 años.

Por otro lado, me interesa mostrar qué factores inciden en la victimización. Para ello la violencia debe ser pensada en plural, incluso la delictiva, no solo por una cuestión conceptual sino porque son distintos tipos de violencia los que afectan a cada tipo de población y cada uno de estos tiene causas diferentes.

Empezaré por mostrar en la diapositiva 2 (ver anexo), la evolución de los delitos entre 1990 y 2007, según datos tomados del Sistema Nacional de Información Criminal. En la línea roja vemos los delitos contra la propiedad con dos picos importantes en los años 2002 y 2003, y con un descenso entre 2003 y 2006. La línea verde representa los delitos contra las personas (lesiones y amenazas) el cual tiene un leve aumento a lo largo del periodo pero que no comporta picos importantes. Los delitos contra las personas no varían correlativamente con los delitos contra la propiedad. Finalmente, la linea violeta indica los homicidios por cada 100 mil hab, con dos picos en 1997 y 2002. Vemos que el hecho de que la tasa de homicidios crezca o disminuya no quiere decir que los delitos contra la propiedad hagan lo mismo. A veces evolucionan juntos y a veces no.

En la diapositiva 3 vemos la evolución de la pobreza y el desempleo. La línea roja indica la evolución de la pobreza, medida según el nivel de ingresos para satisfacer las necesidades básicas (medición iniciada por el INDEC en 1988). Tenemos aquí un pico en 1990, que coincide con la crisis inflacionaria de 1989 y un segundo pico que se sostiene por tres años entre 2000 y 2003. La curva de desempleo, aquí en color rosa, es parecida a la curva de pobreza aunque a niveles más bajos. Esto quiere decir que la cantidad de desempleados es menor a la cantidad de pobres, con lo cual hay empleados que son pobres. Esta es una situación que se remonta a mediados de la década del setenta y se agrava en los años 80.

En la diapositiva 4 se estiman las correlaciones entre condiciones sociales (desempleo y pobreza) y delito (contra la propiedad, contra las personas y homicidios). La letra p indica el nivel de asociación entre dos variables, cuando la vinculación es fuerte los valores tienen a 1 y cuando es débil tienden a cero. Entendemos que si p es mayor o igual a 0,5 estamos hablando de una vinculación fuerte. Por otro lado, LP es la correción del periodo 1993- 2002 que nos permite corroborar si se trata de una correlación sólida o no. Observando la tabla encontramos que:
-       El desempleo y los delitos contra la propiedad tienen una correlación alta: 0, 708
-       Homicidios no tienen ninguna vinculación con el desempleo: 0, 308
-       Estas relaciones no son constantes en el tiempo, pueden variar
-       Línea de pobreza en periodos inflacionarios crece por la reducción del poder adquisitivo de los salarios, esta es una variable externa a contemplar
-       Ningún fenómeno tiene una variación tan abrupta, siendo más bien procesuales. Esto quiere decir que, si las condiciones desfavorables se mantienen constantes, pueden llegar a tener una incidencia en las relaciones sociales (violencia y delito).
-       Si le sacamos a la curva los extremos (picos) y nos quedamos con el proceso más gradual de aumento de la pobreza, vemos que entonces traba una vinculación fuerte con la violencia.

Estos análisis son estimativos y solo alcanzan a dar cuenta de variaciones a nivel agregativo, con esto prevenimos caer en lo que se conoce como falacia ecológica, esto es, en querer dar cuenta de los comportamientos individuales a partir de datos agregados. Podemos decir que hay una degradación de los vínculos sociales y de los consensos morales que reglamentan las relaciones entre las personas en condiciones de crisis económica y pobreza. Esto tiene lugar por el socavamiento del sistema de expectativas de los individuos, el cual se ve afectado cuando el comportamiento de los otros se hace dificil de predecir y afecta aquello que cada uno espera lograr dentro del sistema. Esta impredecibilidad afecta a un conjunto muy hetrerogéneo de personas. Si en la sociedad se deterioran las condiciones sociales, va a haber mayores factores de riesgo para caer en la violencia. Lo que no nos dicen las estadísticas es cómo se producen exactamente estas relaciones entre pobreza y violencia.

En la diapositiva 5 vemos las condiciones sociales de la victimización en Argentina en el periodo  1990- 2007. Nuestro estudio consistio en una encuesta de victimización aplicada en 6 ciudades argentinas. Consideramos por un lado,  los efectos de características socio-demográficas (edad, género, composición familiar y nacionalidad) como factores de riesgo de ser victima de un delito. Por otra parte, quisimos ver los efectos de las redes de sociabilidad territorial. Nos interesaba medir la vinculación de un vecino con su entorno. Lo hicimos a través de cinco variables:
- Reciprocidad positiva (cooperación; amistad). A partir de preguntas como: ¿con cuántas personas (amigos, parientes)intercambia usted favores, celebraciones, etc.
- Reciprocidad negativa. ¿Con cuántas personas (vecinos, familiares) tiene lazos conflictivos?
- Capital social (organizaciones y liderazgos vecinales)
- Desorden ambiental (señales de degradación)
-Nivel de vivienda (precariedad y segregación habitacional)

Nuestro supuesto era que quienes participaran en redes vecinales serían menos proclives a ser víctimas de la violencia. Sin embargo, encontramos que en ocasiones los vinculos de reciprocidad positiva podían devenir conflictivos, incluso en periodos de tiempo muy cortos,  con lo cual,  el vínculo no necesariamente es pacificador. Asi, en la diapositiva 6 encontramos que:
-                          El 30% de los vínculos conflictivos antes habian sido vinculos de cooperación
-                          El Factor que más incide en la violencia son los conflictos entre vecinos.
-                          El desorden ambiental es un factor co- ocurrente con la violencia, no causal
-                          La condición social que más se vincula con la violencia es el nivel de vivienda. La precariedad y la segregación habitacional son factores que aumentan el riesgo de ser victima de la violencia y el delito
-                          Los niveles de educación o de ocupación no inciden fuertemente en la posibilidad de ser victima de la violencia.
-                          El factor ambiental es clave, no en si mismo como causal de violencia, sino como evidencia de una sobre- representación  de  otros factores de riesgo. Así, en lugares con desorden ambiental es más frecuente ver al segmento de la población más expuesto: mujeres pobres y jóvenes que viven solas con sus hijos.
-                          Las mujeres están expuestas un 70% más que los varones a ser víctimas de lesiones y amenazas
-                          Los hombres están expuestos un 40% que las mujeres a ser víctimas de “peaje” (pedido de dinero con amedrentramiento)
-                          La condición de género no influye mucho en el robo de la vivienda.
-                          Los menores de 30 años siempre están más expuestos a la violencia, no se pudo determinar si con respecto al robo de viviendas
-                          Los extranjeros están más expuestos a ser víctima de peaje, casi dos veces más que un argentino. Pero su condición no influye en ser víctima de robo a su vivienda
-                          Pertenecer a un hogar matrifocal aumenta en un 200% el riesgo de ser víctima de lesiones y amenazas.
-                          Los robos en viviendas no se explican por los mismos factores (edad, genero, composición familiar, nacionalidad) que los otros delitos (lesiones personales, homicidio)
-                          En general, ser joven, vivir en hogares matrifocales y ser mujer son los factores más asociados a ser victima de violencia.

Con respecto al capital social,  quisimos ver la relación existente entre las posibilidades de ser víctima  de  tres tipos de conductas violentas: (lesiones y amenazas, peajes  y  robo de viviendas) y una serie de factores referidos a las condiciones territoriales (diapositiva 7):
- Liderazgo local (no respetado)
- Maestros (no respetados)
- Redes sociales (3 o más)
- Conflictos vecinales (3 o más)
- Desorden ambiental
- Vivienda precaria y segregada

Y la correlación arrojó los siguientes datos:
-                          Los conflictos vecinales son el factor de mayor incidencia en la posibilidad de ser victima de violencia. Le siguen las condiciones de vivienda precaria y segmentada.
-                          Hay más proclividad al conflicto en aquellos lugares donde son menos respetables los líderes barriales y la policia. En sentido inverso, la presencia de liderazgos que son respetados disminuye el nivel de conflictividad y de violencia.

Aunque no hacen parte de los resultados estadísticos trabajados hasta ahora, la investigación se encuentra estudiando si otros factores como el respeto de los liderazgos políticos, la percepción respecto de los actores estatales y los gobiernos municipales  tienen una relación con las condiciones de victimización. Esta relación no sería directa (causal) pero si indirecta o mediada.

Comentarios y preguntas:

Paola Rodríguez: Leia en Miguez (2010), que otro de los factores que incrementa la sensación de inseguridad de los ciudadanos es la falta de confianza en las instituciones estatales, particularmente, aquellas que están en contacto directo como la policia y el sistema judicial. ¿Podés comentarnos algo sobre esto?

Daniel Miguez: Hasta ahora es una intuición que tenemos pero debería haber más producción de datos para estar seguros. Habria que rever la encuesta. Sin embargo, existen otras encuestas internacionales como la de latinobarometro que miden variables como la confianza en el Estado, la percepción que se tiene de este y sus autoridades, y según este estudio, la desconfianza hacia el estado tiene una relación con el sentimiento de inseguridad en la medida en que afecta los vínculos vecinales.  Algunos trabajos etnográficos que hemos realizado parecen corroborar esta hipótesis. Asi por ejemplo, hemos registrado cómo en ocasiones, ante la desconfianza en los actores estatales (policia, jueces de paz, jefes municipales, etc) los incidentes de violencia se quedan sin  mediadores de la conflictividad. Las personas hacen juicios como: ¿para qué llamamos a la policia si no va a hacer nada? O ¿para qué llamamos a la policia si esta aliada con los chorros, es un enemigo? O  “no vamos a llamar porque ahi quedamos marcados como buchones”, etc. La desconfianza en las autoridades del Estado, la renuencia a su mediación en los conflictos, tiene como consecuencia la tendencia a la acción directa por parte de los vecinos, y esto a su vez recrea un clima de sospecha permanente entre ellos. Se produce entonces una atmosfera de constante desconfianza, una fragmentación de la comunidad en virtud de la cual, todos aquellos que estén más allá de la red primaria de sociabilidad son sospechosos. Adicionalmente, al no haber mediadores legítimos la resolución de conflictos asume la forma de violencia directa. En estos momentos, y paradójicamente, las personas experimentan una sensación de indefensión ante la ausencia del Estado.

Paola Rodriguez: ¿Hay variaciones en la victimización en función de la pertenencia a algun grupo socio- económico?

Daniel Miguez: Cuando consideramos los delitos en forma agregada no hay diferencias. Haciendo un recorte podemos ver que las víctimas de delitos contra la propiedad pertenecen tanto a sectores altos como bajos. En el caso de los delitos violentos (lesiones, amenazas, peaje, y robo con violencia) hay más incidencia en los sectores más bajos. Pero esto tiene que ver con la ausencia de instancias de mediación de los conflictos.

Alejandro Maldonado: ¿Cómo incide la educación?

Daniel Miguez: Como señalabamos en la exposición, los tres factores que mayor inciden en el riesgo de ser víctima de violencia son ser mujer, joven y/o pertenecer a una familia matrifocal. Recordemos que nuestra perspectiva es la de la victima y no la del victimario. En este sentido, la educación o la ocupación poco inciden. Tampoco estamos en condiciones de decir que la educación o la ocupación influyan en el perfil de quien comete un delito, justamente porque cada sector socio- económico tiene sus tipos de delito. Entre los pobres será el robo, pero entre los más ricos será la estafa, los delitos de cuello blanco...

Franco Caviglia: Vemos que entre los sectores sociales más pobres hay una especie de acostumbramiento a los sistemas de violencia y una menor sensibilidad ante la misma,  asi como una menor empatía vecinal y una menor reciprocidad positiva. Por el contrario, en sectores medios y altos, donde las posibilidades de ser victima de violencia, son menores, hay una mayor sensibilidad ante los hechos violentos y una mayor sensación de inseguridad. ¿Podemos decir que hay una simetría entre  menor violencia objetiva y  mayor sensación de inseguridad?

Daniel Miguez: Más allá de si en los sectores más pobres pueda haber o no más victimarios, no tenemos datos que nos permitan afirmar algo asi. Lo que se observa es que en sectores deprimidos hay una adhesión más dubitativa a los valores tradicionales (consenso moral: familia- educación- trabajo). Esto es bastante asi para el conjunto de la sociedad argentina. Cuando en la encuesta preguntabamos: ¿considera usted que el trabajo es un valor positivo para la sociedad?, la gran mayoria de entrevistados contestaban afirmativamente. Pero, al mismo tiempo, cuando preguntabamos ¿cree ud, que en Argentina las personas que violan la ley o no respetan las normas son exitosas? el 40% contestaba afirmativamente. Lo que se ve entonces, es que hay una especie de convivencia de los valores positivos tradicionales y otra serie de disvalores o estereotipos negativos de conducta. En definitiva, que una parte de los argentinos parece tener un sistema de valores contradictorio. Visto en términos de clase, lo que se observa es que esta contradicción es apenas un poco mayor en los sectores pobres, y que de hecho, en estos sectores hay una heterogeneidad muy grande en el sistema de valores. Uno puede encontrar una tensión moral o contradicción en el 40- 50% de esta población. Esto quiere decir que hay otro 50-60% que suscribe los valores tradicionales unívocamente. Esta tensión moral si está asociada a la sensación de inseguridad, pues cuando una persona ve que los valores que defiende no rigen en la sociedad su sentimiento de inseguridad aumenta. La sensación de inseguridad se asocia además a otros factores que son difíciles de medir como la calidad de vida y las caracteristicas del entorno social.

Franco Caviglia: ¿Tiene algo que ver el aumento de los delitos con la sensación de inseguridad?
Daniel Miguez: Si hay una relación pero no es lineal. Hay otros factores que influyen: los medios de comunicación (no de manera directa), la percepción ciudadana acerca de la calidad de las instituciones públicas, la percepción acerca de la degradación moral de la sociedad, etc. La sensación de inseguridad tiene una causalidad compleja. Los factores enunciados inciden diferencialmente en cada momento especifico.

Alejandra Martínez: Lo tuyo son los datos duros, lo mio es más desde las percepciones y las mentalidades. Yo observo que la desconfianza hacia las instituciones estatales corre paralela a una mayor demanda por la presencia del Estado, incluso en conflictos en los que no es el llamado a resolverlos. Hay pues un mayor pedido de intervención del Estado en el mismo momento en que se encuentra sentado en el banquillo por temas de corrupción. Esto hace que no nos percibamos como parte responsable . ¿Vos como lo ves?

Daniel Miguez: Esto que señalas tiene que ver con las relaciones entre ciudadanos y Estado y con el tipo de cultura civica que tiene una sociedad. Nosotros no tratamos directamente esta temática pero hay estudios que relacionan la ausencia o las fallas en la cultura cívica con la desigualdad social (O'Donnell, 2003[1]; Nino, 1992[2]). Se ha encontrado por ejemplo, que  las democracias del norte de Europa, donde históricamente ha habido una mayor equidad social y una menor corrupción de las instituciones del Estado hay un mayor apego a las normas de parte de los ciudadanos. Ignoramos en qué orden causal se relacionan estos tres factores: equidad, transparencia y apego a las normas? Al parecer  tienen una causalidad circular. Lo que uno encuentra es que en estas sociedades, el conjunto de los ciudadanos se percibe como compartiendo un destino común y comprende las normas sociales como un factor que favorece el desarrollo colectivo. Y aqui se nos plantea una paradoja: la posibilidad de que una sociedad sea más equitativa tiene que ver con la implementación de políticas de derechos universales, por lo que  éstas tienen  que ser percibidas como parte de un proyecto ciudadano común. Estamos asi ante una sin salida porque sino hay un proyecto ciudadano común que perciba la necesidad de politicas universales, ¿cómo se puede llegar a una sociedad equitativa? Yo difiero un poco de este tipo de planteos porque me parece que nos llevan a una situación de parálisis.

Alejandra Martínez: Vos hablas de lo común, de un destino compartido, de ser parte de un proyecto... ¿A qué te referis exactamente, es algo como la idea de identidad nacional de Renán? ¿No es esto un poco peligroso?

Daniel Miguez: No, no me refiero en absoluto a algo asi. Cuando hablo de que los ciudadanos se sientan parte de algo común, me refiero a que todos en la sociedad sientan que tienen la posibilidad de desarrollar un proyecto de vida satisfactorio. Pero además, a que vean las ventajas de entablar más lazos de cooperación que de competencia.

Paola Rodriguez: Sobre el tema de los valores, tuve la oportunidad de leer un trabajo tuyo sobre la nueva cultura delictiva en sectores juveniles (2002) donde señalabas que hay una crisis de los sistemas de expectativas reciprocas que regulan las relaciones sociales por efecto de la decadencia de las comprensiones compartidas del mundo, esto es, por la ruptura de un consenso moral básico. Esta ruptura del consenso moral ha afectado incluso el sistema de valores de las subculturas delictivas y vos  mostrabas cómo los delincuentes jóvenes rompen con los códigos delictivos tradicionales. ¿ Querés contarnos un poco más de esta investigación?

Daniel Miguez: En esta investigación encontramos que, efectivamente, los delincuentes más jóvenes se alejan de los valores convencionales (familia, trabajo, escuela), si bien no los abandonan del todo. De hecho, en algunas entrevistas, algunos jóvenes que robaban hablaban de “rescatarse” en caso de que llegasen a ser padres, connotando una idea de recomposición de la familia nuclear tradicional. Otros hablaban de volver a la escuela, de estudiar y trabajar a pedido de sus madres, de manera que están pivoteando entre un sistema de valores y otro. Al interior de los grupos delincuenciales veiamos que, mientras entre los antiguos delincuentes habia una serie de pautas de regulación relativas a los vinculos estamentales, la relación antagónica con la policia, etc., las generaciones más jóvenes no respetan estas pautas: hay una victimización discriminada (no respetan mujer y niños o gente de la misma condición como los antiguos ladrones), se roban entre ellos mismos, hay un uso indiscriminado de la violencia y una mutación generalizada de los jerarquias delincuenciales. Esto esta relacionado con un menor control social sobre los jóvenes delincuentes (de parte, por ejemplo, de los delincuentes mas viejos) y de una conducta delictual más improvisada. Aún asi uno encuentra que prevalecen ciertas jerarquias, donde el “transa” ocupa el lugar más bajo en la escala social del delito. Otro factor a considerar es el cambio operado en la relación de la delincuencia con las agencias del Estado, particularmente con la policia. Lo que vemos es que tras la dictadura, la separación radical entre delincuente y policia no es siempre tal, y en este sentido, la participación de las fuerzas del orden en la actividad delictiva rompe el mundo de solidaridades internas entre los delincuentes. Se generan acumulaciones de poder por la relación privilegiada con efectivos policiales que ponen a otros delincuentes en situación de desventaja. Esto ocurre con las prácticas de connivencia entre guardias y presos en las cárceles para afectar a otros internos, para el caso está el motín de Sierra Chica en 1996.Con todo y esto, hay que decir que los valores convencionales no se han destituido totalmente, y hay una impronta de ellos que circula socialmente y se encarna en los jóvenes.

Alejandro Maldonado: ¿Qué tipo de políticas públicas son las que deben implementarse entonces?

Daniel Miguez: Sobre eso no hay discusión entre los sociólogos, es necesario avanzar en políticas de inclusión y derechos universales. La pregunta es qué tipo de políticas, en qué plazos y cómo garantizar su continuidad. Nuestras tasas de criminalidad y violencia aumentaron mucho y no van a bajar de un dia para otro. Son procesos que se desarrollan en el mediano plazo y para los cuales no hay una receta mágica.

Franco Caviglia: Bueno Daniel, nos has enriquecido con tu exposición. Queremos agradecerte por aceptar nuestra invitación y seguramente te estaremos llamando para seguir consultándote. Muchas gracias


Referencias Bibliograficas

Carlos Santiago Nino (1992). Un país al margen de la ley, Emecé, Buenos Aires

Daniel Miguez (2002). “Rostros del desorden: fragmentación social y la nueva cultura delictiva en sectores juveniles”, en Sandra Gayol y Gabriel Kessler (Compls). Violencias, delitos y justicias en la Argentina, UNGS, Manantial, Buenos Aires.

Daniel Miguez y Alejandro Islas (2010). Entre la inseguridad y el temor: Instantáneas de la sociedad actual, Paidós, Buenos Aires.

Guillermo O’ Donnell (2003) en O’Donnell, Guillermo, Iazzetta Osvaldo y Vargas Cullell, Jorge (comps.), Democracia, Desarrollo Humano y Ciudadanía, Ed. Homo Sapiens, Buenos Aires.




[1]
            Para Guillermo O'Donnell (2003), “una ciudadanía efectiva no consiste únicamente en votar sin coacción; es también un modo de relación entre los ciudadanos y el Estado y de los ciudadanos entre sí” (p.  Por ello, su concepto de cultura civica democrática remite al “conjunto de valores, creencias y prácticas que alimentan las relaciones entre ciudadanos e instituciones en una democracia. En ella se sustenta el sistema legal que establece y respalda los derechos y libertades de las personas y que prohíbe que cualquier ciudadano o institución del Estado esté por encima de la ley” (pp. 72-73)

[2]
          En Un país al margen de la ley (1992), Carlos Santiago Nino señala una  serie de conductas observables en la Argentina que configuran un conjunto social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos, cómo estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades cívicas (pago de impuestos, por ejemplo), la forma en que se contamina el ambiente, la extensión de la corrupción etc, testimonios todos de una sociedad abrazada a la ilegalidad entendida como falta de respeto a las normas; según Nino, el factor anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y productividad, y distingue tres tipos de ilegalidad diferentes: i) La mera desviación individual que ocurre cuando los individuos encuentran conveniente (para sus intereses) dejar de observar la ley (dado el probable comportamiento de otros). ii) La que se presenta cuando ocurre un conflicto social que lleva a un sector a desconocer la legitimidad de la autoridad que dicta las normas en cuestión. iii) La que llama anomia boba, que implica situaciones sociales en las que todos resultan perjudicados. La anomia boba no es resultado de intereses o valoraciones que la ley no pudo satisfacer y que se buscan satisfacer al margen de ella: es una forma de inobservancia que produce una disfuncionalidad en la sociedad.



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