31 de julio de 2013

Percepciones de la Violencia - Néstor del Vigo

Me es grato volver a comunicarme con Uds.

En primer lugar a mi entender el ser humano, hombre o mujer, nace esencialmente bueno. Es decir es el fruto de la creaciòn y por lo tanto es concebido con amor, salvo circunstancias especiales, por ejemplo abusos, violaciones, etc., no es deseado

Creo que es importante el medio ambiente en que se desarrolla la violencia, para que trascienda a fin de constituir un elemento perturbador y masificador. Ya que no existe el mismo grado de paranoia en una comunidad pequeña que en una gran ciudad. Donde todo se magnifica de manera superlartiva, lo cual hace que la percepciòn de violencia sea mayor.


Y es precisamente este hecho social que se ve sobredimencionado a travès del consumismo. Ya que no nos es posible controlar el afàn consumista.Que genera reacciones diversas, con respecto a las actitudes de las personas.


Si alguien hace ostentaciòn material, lo màs probable es que quienes estàn debajo en la base de la piràmide social lo consideren como pasible de ser vìctima de la violencia por medios ilìcitos ya sea robo, secuestro, violaciòn, muerte, etc.Por el mero hecho de ser afortunado, poderoso o disponer de lo que se desea. 


Para pertenecer a un grupo social determinado hay que consumir todo o casi todo lo que los medios audiovisuales ofrecen. De lo contrario se està fuera del estar o no estar del mandato social propuesto por otros, de no hacerlo se estarìa fuera del sistema. Lo cual degenera la relaciòn de convivencia en la sociedad.

El artìculo me parece interesante, toda vez que trata sobre situaciones cotidianas  que nos obligan a replantear què tipo de sociedad queremos construir. Si una en la que los valores morales estèn sometidos al PODER SOBRE ÈL OTRO o eventualmente PARA ÈL OTRO, lo cual serìa lo màs acertado ya que nos obligarìa a repensar si las herramientas que utilizamos son las correctas.


Sòlo el compromiso y la participaciòn nos ayudaràn a encontrar el principio de una soluciòn que lleve a mitigar a este flagelo que azota a nuestra sociedad.


Espero que mi humilde opiniòn les sea de alguna utilidad y deseo que volvamos a contactarnos pronto.
 

Un abrazo afectuoso a todos.
                                                                     
                                                                                                                              

Néstor del Vigo



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www.violentologia.org

20 de julio de 2013

Sobre la "Violencia y Consumismo" - Dra. Griselda Sanguinetti



Estimado/as: 
Como lo expresara en una de las primeras intervenciones que hice en este blog valoro este espacio porque nos permite abordar el fenómeno de la "violencia" y, si me permiten, me gustaría acompañar a mi reflexión acerca del artículo sobre "Violencia y Consumismo" el testimonio, en primera persona, de algunas "voces silenciadas" de nuestros días.

El artículo sobre "Violencia y Consumismo" me pareció muy interesante porque me hizo reflexionar acerca  de la violencia propia del espacio relacional de nuestra época. Ella se muestra  "líquida, ubicua, escurridiza, imprevisible". Se habla de una "sociedad del consumo" donde el deseo es reemplazado por el goce de la inmediatez y, mientras los valores se desvanecen, la violencia ya no se ejerce como el medio para transformar el mundo en nombre de ideales, sino como la expresión hueca  de"la violencia  por la violencia misma"

En ese contexto en el "espacio relacional" en el que acontece la "violencia" aparecen expresiones ligadas a la pérdida de identidad; desvalorización de la palabra; ausencia del reconocimiento del "otro" como sujeto pensante, para dar lugar a la sombra de un "nosotros" que niega a ese otro, silenciándolo.

Por éstas y algunas otras razones y, a modo de testimonio, comparto con ustedes esta nota cuyo protagonista es un ejemplo de esas "voces silenciadas" de nuestro tiempo.


Nos seguimos leyendo, cordialmente, 





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16 de julio de 2013

Violencia y Consumismo - Sivia Ons



El miércoles 26 de septiembre de 2012 a las 13 hs tuvo lugar la décimo tercer sesión de la Comisión Especial de Violentología en las salas 5 y 6 del anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión asistieron  los diputados Alejandra Martínez, Carlos Ramiro Gutiérrez y Franco Caviglia. En representación de los diputados Abel Buil y Viviana Nocito asistieron la señora Marta Mareli y la Dra. Patricia Paggi, respectivamente. También concurrieron la Lic. Paola Ventura, asesora del diputado Gutiérrez; la Lic. Lorena Ferrero, la señora Myriam Polidoro; y Carla Jacquier, Gerardo García y Leonardo Villafranca, asesores del Diputado Caviglia. En calidad de relatora participó la Mag. Paola Rodríguez.

En esta oportunidad la Comisión contó con la participación de la psicoanalista Silvia Ons, quien es Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Además es  coordinadora de la sección de Filosofía de El Sigma, integrante del comité editorial de la revista Dispar y colaboradora del suplemento cultural del diario Perfil. Ha escrito numerosos trabajos en diarios, revistas y libros nacionales y extranjeros. Es autora de los Libros Violencia(s), editorial Paidós; Una mujer como síntoma de un hombre, editorial Tres haches y Placer y bien. Platón- Aristóteles- Freud, en colaboración con Silvio Maresca y Roberto Magliano.

Tras la presentación formal de la invitada hecha por el Diputado Franco Caviglia, Paola Rodriguez hizo una breve introducción a la obra de Ons, señalando su interés por vincular filosofía y psicoanálisis en una reflexión contemporánea de la violencia. Los planteamientos de Ons acerca de las violencias postmodernas, ubicuas, deslocalizadas y sin estrategia, tienen una importancia capital para la Comisión, en la medida en que desterritorializa la violencia del ámbito del delito y la ideología para vincularla con cuestiones como la subjetividad, el consumo y la desorientación axiológica del momento actual.

La conferencia de Ons se tituló Violencia y Consumismo, a continuación reproducimos los planteamientos principales.

Mi libro se llama Violencia (s), en plural, justamente para connotar la variedad del fenómeno. Esta variedad indica que no hay que entender la violencia como un ente, como una cosa dada. Se trata de un fenómeno que existió siempre, y en otras épocas comportaba una naturaleza incluso más cruda. Por eso no se trata de algo comparable a lo largo del tiempo. Es necesario precisar cuáles son las particularidades de la violencia en nuestros días. Provisionalmente, diremos que esta violencia, que denomino postmoderna, se caracteriza por su ubicuidad y latencia.

La violencia antes no era tan mal vista. En la década del setenta, por ejemplo, era asumida como revolucionaria y emancipatoria (pensemos en Fanon y Sartre). De manera que ha cambiado la manera de concebirla. Mientras que antes estaba vinculada con la ideología, tenía un carácter fundamentalmente instrumental en la transformación de las condiciones sociales y tenía una finalidad, ahora la vemos expandirse sin estrategias, sin fines. Es una violencia sin sentido. Como dirían algunos, es la violencia por la violencia misma.

Dos son los relatos que han querido explicar la entrada del hombre en sociedad. Por un lado, está el relato hobbesiano, a la luz del cual el hombre es lobo del hombre, es innatamente violento, y solo el advenimiento del Estado y de la cultura son capaces de  sacarlo del estado de guerra permanente. Por otro lado está el relato rousseauniano, para quien el hombre nace naturalmente bueno y es la sociedad la que lo corrompe. Mi opinión es que no hay algo innato en la violencia, el hombre no es naturalmente bueno ni malo.

En la actualidad, la violencia no queda relegada al estado de naturaleza, sino que se hace presente como una sombra que amenaza lo cotidiano. El vecino ya no es más el vecino sino un potencial enemigo. Esta visión es el resultado de un estado de paranoia social que ha venido haciéndose cada vez más frecuente debido a una devaluación de la palabra del otro, trayendo como resultado  la incredulidad y  la desconfianza. Películas como Vidas Cruzadas (Crash) de Paul Haggis, muestran de qué modo las personas pueden caer en la paranoia social y en una sucesión de calamidades al suponer erróneamente las intenciones del otro.

La devaluación de la palabra tiene un segundo efecto: la incertidumbre acerca de lo que hay detrás de la palabra dicha. Es como si las palabras no dieran su significado inmediatamente, y hubiera necesidad de ver por detrás de ellas la verdadera intención del diciente. Esta incredulidad y desconfianza frente a una violencia velada o escondida detrás de la palabra, termina generando aún más violencia.  Algo de este tenor ocurre en la película de Laurent Cante Entre muros. Su ámbito es el de una clase de francés, en un barrio de los suburbios de París, a la que concurren alumnos de distintos orígenes culturales. El profesor trata de implementar todos los recursos para sortear las dificultades que el aula le depara: problemas de integración, segregación, rebeldía inusitada, multiculturalismo. Lleva así adelante una tarea no solo docente sino que intenta ser terapéutica, él trata de comprender, se empeña en no declinar. La escena más dramática del film y sobre la cual quisiera detenerme se produce a partir de lo que sucede en una reunión de consejo, conformada por los profesores y dos alumnas de la clase como delegadas. En esa ocasión las jóvenes tienen un pésimo comportamiento: comen, hablan entre ellas, se ríen, se burlan perturbando al docente. Este, indignado, se desborda diciendo que ellas han tenido una actitud de "pétasse". A consecuencia se producen terribles incidentes que terminan con la ceja partida de una alumna, y acusaciones muy fuertes contra el profesor. La expresión "pétasse", no sólo refiere a una prostituta profesional, también remite a una adolescente un tanto ligera, provocativa, se ha traducido al español como "zorra".

Las alumnas no dudaron en afirmar que fueron nombradas así, y omitieron que el profesor había dicho que se comportaron como tales, lo que no significa una nominación del ser. Tampoco se incluyó el contexto la desubicación de las chicas en la reunión que desencadenó la no feliz expresión del docente. Y tampoco valió la calidez demostrada de este hombre frente a su curso. Solo quedó como saldo el valor insultante del dicho y nada más. La declinación de los discursos va de la mano con que la palabra tome el sentido de una injuria y de un agravio que llega al corazón del ser. En este sentido, se trata de pensar en el ocaso de los discursos, cuando la palabra es aprisionada en su instantaneidad, fuera de la modalidad en la que es proferida.

No sólo no se escucha la palabra del otro sino que se la interpreta siempre de manera violenta. Es como si los discursos no admitieran matices, como ocurre con el “me gusta” de facebook. En virtud de esta decadencia de los discursos el impulso no es mediatizado por la palabra. Desde el psicoanálisis diríamos que allí donde la palabra declina el impulso sobreviene, aparece la violencia. Por eso el tema de la educación es tan importante. La película Los Coristas de Christophe Barratier, es un excelente ejemplo de cómo una educación que fija la atención en las particularidades de cada alumno es un antídoto para la violencia. No se trata aquí de la educación igual para todos, sino de ver en cada niño sus características y singularidad para a partir de allí encontrar su lugar en el coro, junto a los demás niños.

Este efecto masificador, alcanza un nivel paroxístico en las sociedades de consumo. Decíamos en un comienzo que la violencia contemporánea se caracteriza por no tener más un papel redentor ni purificador (siendo en este sentido post- revolucionaria), y por ser ubicua, polimorfa e ilimitada. Mi hipótesis es que el consumismo incita a la violencia. Jean Claude Milner destaca una imprevista consecuencia del principio de lo ilimitado en la sociedad ya que, a falta de un exterior posible, el sujeto se vuelve contra si mismo. Será únicamente el cuerpo quien da su consistencia al ser hablante, y ya no el discurso que se había soñado universal. Parafraseando a Lyotard, diríamos que ante la caída de los grandes relatos asistimos a una declinación de los valores en la que  el “tener” se convirtió en la nueva salvación. Yo diría, con Guy Debord (La sociedad del espectáculo), que además de tener hay que “aparecer”. Es bueno lo que aparece aunque sea efímero. Hay actos de violencia que son cometidos por sus autores para aparecer en los medios, para decir “Hola, aquí estoy!”.

Lacan vaticinaba que en las sociedades de consumo el objeto empieza a ocupar el lugar que antes ocupaba el ideal. El problema es que uno nunca puede ser enteramente propietario pues los bienes no solo perecen y se descartan, sino que pronto los objetos dejan de satisfacer el deseo y necesitan ser cambiados por unos nuevos. Como efecto, el sujeto siente que puede ser desechado con la misma rapidez que los objetos. Esa levedad del sujeto en sus vínculos y en su vida cotidiana es lo que el sociólogo Zigmunt Bauman denomina modernidad liquida, con todas sus variantes: amor liquido, miedo liquido, etc. Se trata de una idea que ya había sido planteada por el nihilismo nietzscheano y que por cierto Bauman no cita. En las sociedades de consumo, los productos se presentan como un plus de goce. Las mercancías vienen a llenar el vacío del sujeto, a darle lo que parece faltarle. Pero jamás pueden ofrecer algo permanente. Ese vacío que nunca termina de llenarse genera estados de desasosiego y en definitiva, violencia interna. Faltaría poder tomar distancia de esos estados violentos, no buscar anular ni suspender los impulsos sino verlos en perspectiva para poder canalizarlos. Esto habida cuenta de que la violencia y los impulsos no pueden nunca ser eliminados, son ancestrales.

En una sociedad en la que los objetos valen más que la vida misma solo puede habitar la violencia. Por eso es fundamental que no sean los objetos los llamados a llenar el vacío del sujeto, sino que exista una vocación de vida que permita canalizar sus impulsos, ofreciéndole una satisfacción más duradera, haciéndolo sentir bien. Es por ello que Freud se pronunciaba a favor de todo aquello que incrementara el desarrollo cultural como forma de disuadir  la violencia. En la práctica, vemos que las personas que encuentran satisfacción en su trabajo y en lo que realizan cotidianamente son menos violentas. Pero el imperativo del consumo, junto con otros como el imperativo de la belleza o el de la eterna juventud, desencadena la violencia, ¿por qué? Porque si tener el objeto es tener el ser, entonces hay que hacer lo que sea necesario para apropiárselo, incluso arrebatárselo a otro.

Hoy vemos que el pobre no encuentra lugar ni identidad en la sociedad. Con esto no quiero asociar pobreza y violencia sino violencia y exclusión. En la antigüedad, el esclavo pertenecía a un todo social, también el siervo de la gleba en la edad media. El marxismo reintegraba a los excluidos como trabajadores que salvarían la historia, un discurso los alojaba brindándoles significación. Hoy los pobres están excluidos, despersonalizados, no tienen un lugar en el sistema, no tienen un lugar en la historia ni tienen una inscripción en el discurso. Los pobres son arrojados al hambre y peor aún, a una suerte sin inscripción. Aquí vale la pena traer el concepto lacaniano de forclusión: lo no integrado retorna en lo real y uno de tales retornos es la violencia misma.

Resumiendo hasta aquí, diremos que la violencia actual se relaciona con el nihilismo, con la caída de los ideales, con el no tener destino, y con el impulso a llenar este vacio a través del consumo. Así por ejemplo, la violencia de género se relaciona con la caída del valor de la virilidad (bien entendido). Cuando decae la virilidad aparece el macho violento. Pero además hay que decir que algo ocurre en la subjetividad de aquella mujer que quiere existir a partir de servir a un amo. Es un tema complejo, pero habría que preguntarse por qué hay tantas mujeres en el lugar de víctimas.

Esta pérdida de los ideales esta asociada al proceso de secularización. Gianni Vattimo sostenía que hoy vivimos en un mundo menos violento que antaño. El Dios del Cristianismo es un Dios menos violento que el del antiguo testamento. Y en las sociedades actuales donde Dios ha muerto, este nihilismo, el hecho de no ser fundamentalista, de no aferrarse a ningún principio metafísico, es ya un buen augurio para una sociedad más tolerante. Pero si esto es así, ¿por qué la sociedad sigue siendo violenta? Ciertamente, hay una violencia no fundamentalista,  una violencia nihilista. Esta violencia  se relaciona con el vacío, y más aún, con el aburrimiento y el hastío. La imagen que viene a mi mente es la de aquella novela de Dostoievski, Los Endemoniados, donde un grupo de jóvenes aristócratas a quienes todo les aburre, decide ir a mirar el cadáver de un suicida  para experimentar sensaciones que los saquen de su apatía habitual. En nuestro país circuló hace algún tiempo la noticia de unos chicos adinerados que salían a la calle a golpear personas pobres para filmarlas y después subir el video a internet. En fin, esta es una violencia nihilista, asociada al aburrimiento, al vacio. Bien, con esto cerraría mi intervención para que iniciemos el intercambio de ideas. Muchas gracias.

Comentarios y preguntas

Ramiro Gutiérrez: Si la violencia es polimorfa, quiere decir que todo puede ser violencia. A su vez, el deseo es como un saco roto. Entonces, ¿el deseo es un generador de violencia?

Silvia Ons: Veo que entendiste perfectamente el planteamiento. Lacan se refiere en dos momentos al deseo. En un comienzo lo enarbola como un motor, el motor que orienta la vida misma. Pero en otro momento, señala que el deseo debe tener un freno, debe ser un deseo ligado a nuestra particularidad. De lo contrario desearíamos todo lo que otros tienen. Por eso yo remarcaba el tema de construir una subjetividad destacando la singularidad y orientando el destino de cada persona, porque querer llenar el deseo, que es una singularidad, con un objeto masivo y despersonalizado como el objeto mercantil, no puede más que conducir a la frustración. Cultivar la singularidad es capital. Cuando no se cultiva la singularidad se corroe el carácter, se logran personalidades inconsistentes. Esto pasaba por ejemplo con un personaje como Adolf Eichmann, tan bien descrito por Hannah Arendt. Un hombre totalmente inconsistente que para llenar su inconsistencia, seguía órdenes y asesinaba a otros.

Ramiro Gutiérrez: Vos hablabas de estas violencias sin teleología. Pero, cuando hay teleología, ¿quién es el titiritero? ¿Acaso las ideologías, el mercado, el Estado? ¿A quien visualizas vos como el titiritero que está detrás de estas violencias con un fin?

Silvia Ons: Yo no atribuiría un sujeto al mercado. Diría que el capital mismo ha tomado el relevo del sujeto.

Ramiro Gutiérrez: Pero el instinto, ¿no busca él mismo la teleología? ¿No usa por ejemplo a la razón como pretexto para el ejercicio de la violencia?

Silvia Ons: Ah, ahora entiendo a dónde vas. Y bueno, el psicoanálisis justamente busca llevar a los individuos a indagar en esas razones que mueven sus instintos. Volviendo al tema de la singularidad, Lacan sostenía que ésta era capaz de retardar el imperativo del consumo. Por otro lado debo decir que el nihilismo tiene mala fama, pero en sus inicios, cuando fue planteado por Nietzsche, el nihilismo contaba también con una cara positiva. Esta cara positiva tiene que ver con el debilitamiento de unos valores que se hallan devaluados, esto es,  existen pero nadie los sigue. Y como esta devaluación termina dando paso a unos nuevos valores. Trasladado esto a la situación actual, vemos que valores como la justicia, la paz, existen pero la conducta de las personas va en otra dirección. De manera que lo que habría que preguntarse es si estos valores en realidad no están conectados con lo real de la pulsión humana, y en este sentido, seria necesario crear unos nuevos. Si no habría que repensar y “aggiornar” los valores de antaño para adaptarlos a nuestra vida. La cara positiva del nihilismo es justamente su potencial creador. Al no haber caminos marcados ni pautas universales lo que queda son puras posibilidades. No soy pesimista pero tampoco optimista, es decir, aguardo pero no espero. Me resisto a pensar en términos utópicos, prefiero pensar qué se puede hacer con lo que hay, qué se puede mejorar.

Alejandra Martínez: Ese rescate de la singularidad se relaciona también con la caída del principio de Verdad, ¿no? Por eso hablamos hoy de verdades.

Silvia Ons: Si, sin duda. Creo que en el ámbito educativo esto ya hizo mella. El sistema educativo universal (basado en una idea de verdad) ya mostró sus límites. No pude hacerlo con mis hijos, pero si con mi nieta al propender por su singularidad sin rechazar la cuestión pulsional, sino al contrario, usándola, canalizándola. Este es el mismo camino del psicoanálisis.

Franco Caviglia: Si miráramos la historia en su evolución en el largo plazo, ¿tenés una mirada optimista o pesimista respecto de ese plus de violencia? ¿Estamos en presencia de sociedades con más violencia o con menos, si atendemos por ejemplo, a los planteamientos de Norbert Elías acerca del proceso civilizatorio? ¿Tendemos, como señala Steven Pinker, a una sociedad cada vez menos violenta?

Silvia Ons: Yo no estoy tan segura de eso. Estoy de acuerdo con que en otros momentos la violencia era más cruenta, pero también estaba más acotada respecto a la finalidad, estaba más encuadrada. Hoy en día, incluso en lo políticamente correcto ya se observa un trasfondo de violencia. Incluso en democracia el otro puede ser en cualquier momento un contrincante. La democracia puede volverse contra sí misma.



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Violencia de estado guerra antiterrorista e inseguridad - Dr. Marcelo Ocampo

Queridos amigos: pongo a consideración un nuevo artículo, disponible en el siguiente enlace:

 http://elbaculodeasclepio.blogspot.com.ar/2013/07/violencia-de-estado-guerra.html

Un abrazo,


Marcelo


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www.violentologia.org

5 de julio de 2013

¿Cómo debe atender el Estado el problema de la violencia y la inseguridad? - Dr. Marcelo Ocampo

La conferencia del licenciado Diego Gorgal,  es interesante y bastante técnica, es bueno enterarse de personas y organismos que se dedican a la violencia. Estoy de acuerdo en el estado como morigerador del conflicto, que son dos fuerzas en sentido contrario. Pero todo conflicto no es violencia esto es muchos conflictos pueden superarse sin víctimas ni victimarios.

Es la lamentable que la estadística o nivel epidemiológico, se corte en el 2007, como también lo es la realidad de falta de diálogo entre distintos representantes del estado.

Un ética dialógica se torna imprescindible, un nivel macro de estrategia política, un nivel meso de apoyo a redes sociales y un nivel micro de constitución y circulación de la solidaridad entre los habitantes de un país.

Pero no deja de preocuparte la violencia de estado, señalada por Pilar Calveiro en su libro (Violencias de estado siglo XXI). Allí traza un panorama de reorganización hegemónica donde hay sí víctimas y victimarios y recoge el concepto de Homo Sacer, es decir la vida nuda de Agamben, con el sistema de derechos ausentes por razones de terrorismo o de estado o políticas de necesidad y urgencia.

Lo estamos viendo en el caso de las escuchas a ciudadanos por parte del gobierno de Estados Unidos y de Gran Bretaña, y el chivo expiatorio que ahora llaman espía. 

Jean –Luc Nancy, advierte acerca de la violencia estatal y política en el nombre de la verdad, en esta modernidad, donde el acontecimiento ontológico es “el exilio del ser”.

En todo caso las políticas de estado orientadas a morigerar la violencia, deben dialogar entre sí y con distintas disciplinas, partiendo del concepto “Nada es equivalente”, porque somos diversamente diferentes.

Si el estado parte de esta premisa, si tiene en cuenta la diversidad en la identidad, si respeta los derechos humanos sin separarlos de la dignidad, estamos por buen camino.

No se si esto se va a lograr pero me permito una dosis de optimismo.





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4 de julio de 2013

“La nueva conflictividad y los desafíos de las políticas públicas de seguridad” - Lic. Diego Gorgal



El miércoles12 de septiembre de 2012 a las 13 hs tuvo lugar la undécima sesión de la Comisión Especial de Violentología en las salas 5 y 6 del anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión asistieron  los diputados Viviana Nocito, Carlos Ramiro Gutiérrez y Franco Caviglia. En representación de la diputada Alejandra Martínez asistió la Lic. Celina Bustamante.  También concurrieron Paola Ventura, asesora del diputado Gutiérrez; Carolina San Román, asesora del diputado Juan de Jesús; Gerardo García y Leonardo Villafranca, asesores del Diputado Caviglia; Margarita Gerez de la Dirección de DDHH de Lomas de Zamora; y Norma Gandolfo de la Dirección de DDHH de Almirante Brown. En calidad de relatora participó la Mag. Paola Rodríguez.

En esta oportunidad la Comisión contó con la participación del Diego Gorgal, licenciado en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales. Realizó estudios de postgrado en Control y Gestión de Políticas Públicas en FLACSO y en Economía Urbana en la Universidad Di Tella. En el sector público se ha desempeñado como asesor en la Secretaría de Seguridad Interior de la Nación, en el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, y en el Congreso de la Nación. También ha sido Viceministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y Subsecretario de Seguridad Urbana de la Ciudad de Buenos Aires.


El título de la presentación del Licenciado Gorgal fue “La nueva conflictividad y los desafíos de las políticas públicas de seguridad”. A continuación se reproducen las ideas principales.

Celebro que sea en este marco institucional donde se discutan a fondo los problemas que aquejan a la sociedad argentina y no en un set de televisión donde no hay lugar para un debate serio en intervenciones de medio minuto. Así que agradezco la invitación. Yo voy a compartir solo algunas ideas y después quiero iniciar un intercambio con ustedes. Dentro del marco general de esta Comisión voy a ocuparme de un sector de ese gran campo que es la violencia y es el que atañe a la violencia relacionada con la criminalidad. La seguridad es una consecuencia de ese problema. Mi exposición, va a analizar los hechos violentos delictuales desde la perspectiva del Estado, esto es, desde las políticas públicas.

Empecemos señalando que la conflictividad moderna puede ser estudiada desde diferentes disciplinas. Sin embargo, va a ser Julien Freund (1995), quien nos remita a una disciplina autónoma, la polemología, a fin de estudiar los grados, tipos y raíces de los conflictos. Desde nuestra perspectiva, el conflicto puede ser definido como una actividad humana especifica que resulta del deseo subjetivo de personas, grupos o conflictividades que tratan de romper la resistencia que el otro opone a su voluntad.

En las sociedades latinoamericanas y en Argentina en particular, el conflicto contemporáneo que más parece aquejar a los ciudadanos  es el de la criminalidad. Sin embargo, el panorama con que nos encontramos es el de una delincuencia organizada enfrentada a un Estado desorganizado para combatirla. Un Estado cuyas instituciones están desarticuladas y no tienen ningún diálogo entre si. Esta vinculación es necesaria para ver que existen conexiones entre diferentes tipos de violencia, por ejemplo, entre la violencia doméstica (el maltrato infantil) y la delincuencia en menores. Un niño víctima de la violencia tiene mayor propensión a incurrir en el delito juvenil en el futuro. Esto evidencia la necesidad de que contemos con una anteojera teórica que nos permita ver la violencia de manera integral, pero también por razones prácticas relacionadas con la acción del Estado sobre el territorio.

Un primer interrogante a plantear es ¿Por qué hoy hablamos del delito como un problema público y esto no era así hace 30 años? ¿Por qué este era antes un tema eminentemente policial y ahora no lo es? La aparición de la seguridad dentro de la agenda pública está relacionada con toda una serie de transformaciones sociales, económicas, institucionales y culturales, ocurridas a nivel mundial. En América latina, la mayoría de los países comenzó a soportar una ola creciente de delitos y violencia que se proyecta hasta la actualidad y amenaza sistemáticamente la vida, propiedad y libertad de los ciudadanos que habitan en ellos, atentan contra la paz y tranquilidad pública y erosionan los lazos sociales y valores comunes. Pero hay un hecho novedoso en esta coyuntura: la aparición de la víctima como un nuevo protagonista del problema. Mientras que en años anteriores, el hecho delictivo aparecía en la sección de policiales y tenía como protagonista al delincuente, ahora la noticia se localiza en la sección de seguridad o en los mismos titulares y tiene como protagonista a la víctima. Esta transformación hace que la criminalidad y el delito sean puestos en el centro de las preocupaciones ciudadanas y que la seguridad empiece a ser un patrón de evaluación de la política.

Ahora bien ¿Cómo abordar la cuestión de la seguridad? A partir de dos dimensiones: la criminalidad objetiva, que remite al conjunto de hechos delictivos; y la criminalidad subjetiva que tiene que ver con las ideas, creencias, percepciones y valores que tienen los grupos sociales acerca de la cuestión criminal. Vale decir que las dos dimensiones tienen la misma importancia en el momento de formular políticas públicas. La sensación de inseguridad, como expresión de la dimensión subjetiva, no es un problema menor ya que tiene efectos sobre nuestro comportamiento cotidiano y nuestras expectativas como ciudadanos. Actuamos en función de nuestras creencias, valores y percepciones aún si estas no se relacionan directamente con la realidad de los hechos. De allí que una política de seguridad deba atender las dos dimensiones.

Vamos a referirnos en primer lugar a la criminalidad objetiva. En efecto, Argentina ha sufrido un incremento sostenido en el nivel de delito entre 1971 y 2008 (Ver grafico en ppt anexo). Se observan picos de criminalidad después de cada crisis socio-económica, y cada crisis genera un nuevo piso, cada vez más alto. Si observamos la tasa general de victimización en la CABA vemos que en 2006, una de cada cuatro personas había sido víctima de un delito, y que se registraban unos 24 mil casos. Recoleta era la comuna con un menor nivel de victimización 13,5%, y Lugano la que tenía niveles mayores con 33,7%. La tasa de homicidios total del país disminuyó en el periodo 1971-2007. Vale aclarar que contamos con datos hasta el 2007 porque a partir de entonces no se han hecho nuevas encuestas. En general, Argentina tiene dificultades dada la ausencia de mediciones. Esto tiene efectos enormes sobre la política de seguridad que termina emulando la conducta de un médico que hace recetas por teléfono sin ver al paciente. ¿Cómo formular una política de seguridad si no se sabe el diagnóstico de la criminalidad?

Otro factor que interesa respecto a la criminalidad objetiva es la complejización del delito. El delito no solo es más frecuente en el país sino que además es más complejo e imbricado, de ahí que las respuestas deban ser también complejas. La participación de menores en la comisión de delitos también ha aumentado, el grueso de las sentencias condenatorias se concentra en la población entre 28 y 25 años.

Veamos ahora el panorama de la criminalidad subjetiva. Aquí debemos considerar tres categorías: i. La preocupación por el problema, ii. La percepción de riesgo; y iii. El temor al delito. Por otro lado, debemos considerar los factores asociados en el surgimiento del sentimiento de inseguridad. Estos son tanto objetivos como subjetivos y tienen que ver con: i. La aleatoriedad del peligro de ser víctima de un delito, debido tanto a la deslocalización del delito como a la desidentificación del mismo.

La sensación de inseguridad tiene además los siguientes atributos: i. Es dinámica; ii. No es socialmente homogénea; iii. Tiene una fuerte dimensión comparativa; iv. Tiene una autonomía relativa respecto de la criminalidad objetiva (que se reduzca el delito no implica que se reduzca la sensación de inseguridad); v. Tiene una autonomía relativa respecto de las probabilidades objetivas de riesgo; vi. Sufre un impacto relativo de los medios de comunicación.

Con respecto a la sensación de inseguridad, la encuesta de victimización de la CABA (2006) arroja datos como los siguientes: Un aumento general en la percepción de ocurrencia de delitos y robos: superior al 50%; los tipos de delitos que mayor preocupan a la población son el consumo de drogas y alcohol 82,9%, el robo de autos 60,2% y el robo de casas 56, 4%. (Ver presentación anexa).

Otro dato importante a considerar, pues da cuenta del impacto asimétrico de la violencia a lo largo del territorio nacional es la tasa de homicidios por provincias. En el año 2009, Salta, Catamarca y La Pampa fueron las provincias con menor tasa (menos de 1 homicidio por cada 100 mil habitantes); mientras que Santafé, Chubut y el conurbano bonaerense se ubicaron en los lugares más altos, con tasas superiores a 8 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Vistos los datos anteriores, la pregunta es ¿qué hacer? ¿cómo debe atender el Estado el problema de la violencia y la inseguridad? Es hora de hablar de una Doctrina Integral de atención del delito y la violencia. Tal integralidad viene dada por la consideración de tres factores de riesgo:

i.                    Socio- económicos: ciclo económico, empleo, distribución de la riqueza
ii.                  Socio- demográficos y culturales: educación, inclusión y equidad. Estos últimos son factores centrales, pues está comprobado que son las sociedades más desiguales y no las mas pobres aquellas con mayor tendencia a la violencia y el delito.
iii.                Institucionales: la familia, la escuela y la comunidad como barreras que contengan el ingreso a la actividad criminal. El Estado como morigerador del conflicto

El Estado tiene como función la administración del conflicto para que este circule por niveles socialmente aceptables. Para ello debe desplegar una serie de instrumentos de política pública. Actualmente, el Estado argentino tiene serias deficiencias para tratar la cuestión criminal ya que no logra disuadir el delito y tampoco prevenirlo. La disuasión vendría dada por cuatro factores: - Probabilidad de arresto (Policía), Probabilidad de sentencia (Mrio Público), Probabilidad de condena (Justicia), y una baja Tasa de reincidencia (Sistema Penitenciario).

Del lado de la prevención, la función del Estado debe encaminarse a actuar sobre el medio que condiciona la criminalidad reduciendo los incentivos de delinquir, aumentando los costos y riesgos de incurrir en un delito, fortaleciendo las barreras sociales e institucionales de contención para la comisión de delitos y haciendo más difícil el acceso a drogas y armas. Estos serían los elementos de una política pública integral de seguridad. Se trata de lograr un conjunto de intervenciones múltiples e integradas que vayan más allá de la prevención policial e involucren:
-          Prevención situacional
-          Prevención social: comunidad y agencias sociales
-          Prevención policial: policía
-          Represión del delito: Ministerio Público
-          Investigación criminal: Justicia penal
-          Sanción penal: Justicia de ejecución penal
-          Reclusión y tratamiento criminológico: sistema penitenciario
-          Prevención post- penitenciaria: Patronato de liberados

Como se observa, se trata de una cadena progresiva que exige la comunicación y la acción coordinada en todos los niveles institucionales involucrados. El problema que existe en Argentina es que el Estado recibe información pero no la sistematiza ni coordina para una acción conjunta. La pregunta en este punto es ¿qué tipo de formación policial requerimos si queremos que interactúe con otros organismos del Estado?

Antes de terminar quisiera detenerme en dos casos que pueden ejemplificar una planeación integral en materia de disuasión policial y disuasión penal: El Plan cuadrantes de seguridad preventiva de los carabineros de Chile y el Monitoreo electrónico. El primero es importante porque permite ver cómo puede planearse de manera ordenada la oferta y la demanda de servicios policiales a partir de la medición de las variables en cada una de las comunas de una ciudad a partir de la zonificación o división del territorio en cuadrantes y el cálculo a través de una fórmula matemática. En el segundo caso, el monitoreo electrónico pone de presente que hay alternativas intermedias a la reclusión o la impunidad, y que es un método que reduce las tasas de reincidencia. Quería mencionar estos dos casos como ejemplo, pero quiero concluir diciendo lo siguiente:
-          No hay seguridad sprayette
-          Es necesario un liderazgo sinfónico en materia de seguridad
-          Es importante planear en el largo plazo (variables socio- económicas) pero es indispensable ver resultados en el corto plazo (victorias tempranas)
-          Deben evitarse las revoluciones caligráficas (leyes con dientes)
-          Es necesario conectar la macro reforma  con la micro gestión
-          Deben realizarse pactos de Responsabilidad social corporativa
-          Debe propenderse por un servicio civil profesional para la prevención (enfoque pandemico)
-          Hay que institucionalizar la relación Nación- provincia- municipio en temas de seguridad

Comentarios y preguntas:

Paola Rodríguez: Gracias Diego por aceptar la invitación, quisiera que nos cuentes cómo fue la experiencia de realizar una encuesta de victimización en la CABA, cómo se lograron las condiciones para que llevara a cabo y como ves el panorama en la Provincia de Buenos Aires para adelantar un proyecto similar.

Diego Gorgal: Fue una decisión que tomamos con Jorge Tellerman, quisimos hacerlo con una universidad externa, la Universidad de San Andrés, para que los datos fueran confiables. Además en esta Universidad ya existía un equipo de investigación, donde estaban entre otros, el sociólogo Gabriel Kessler que es ya reconocido por sus investigaciones sobre el sentimiento de inseguridad. Tendría que decir que las condiciones estaban dadas: había voluntad política, había un equipo de trabajo y pudimos contar con recursos, todo esto rindió sus frutos en el año 2007. Lamentablemente esto después no se profundizó ni se continuó.

Franco Caviglia: Diego me pareció muy clara tu exposición. Valoro el poner la teorización al servicio del problema. Tengo temor de estar viviendo una lógica de la coyuntura, una politización de la política que afecta la implementación y la ejecución, que mina la continuidad. ¿Cómo podemos superar esta lógica de la coyuntura?

Diego Gorgal: La lógica de la coyuntura se asocia con las necesidades y exigencias de las víctimas que no dan espera. La acción del Estado se reduce a esa respuesta espasmódica a la coyuntura. Un ejemplo: en 2004 estábamos todavía saliendo del problema del 2002: los secuestros y la inseguridad en Vicente López y en San Isidro. Cuando la prensa empezó a publicar titulares y tapas diciendo que el corredor norte se había convertido en una zona roja, el Gobierno Nacional movilizó a la Gendarmería para dar apoyo en la zona. Al mismo tiempo, Lomas de Zamora tenia 53 homicidios por año pero en términos de prensa no había generado ningún impacto. El problema ocurre cuando el gobierno fenece ante la coyuntura. En el fondo hay una idea en la clase política de que estamos ante un problema irresoluble, y esto es aún más problemático, porque se renuncia a administrar el nivel socialmente aceptable de la conflictividad en general y de la criminalidad en particularidad.

Franco Caviglia: Hay una tendencia a marcar que el delito ha crecido. ¿No tendrá esto que ver con que antes el delito era un asunto meramente policial y ahora es un tema público? ¿La aparición de la víctima no marca esta visibilización? La aleatoriedad de la víctima y la democratización del delito, no influyen en esta mayor visibilización del delito y de las situaciones conflictivas? ¿O verdaderamente estamos en una espiral ascendente con un pronóstico complicado?

Diego Gorgal: Hay objetiva y claramente un aumento de la criminalidad objetiva. Hay muchas fuentes de datos que corroboran esa afirmación, y además hay ideas, percepciones y creencias. Los delitos que menos se denuncian son las violaciones y la violencia intrafamiliar. Aún así, al aumentar la concientización han aumentado el número de denuncias. Por eso las estadísticas no se pueden leer linealmente. Por otro lado, no hay que desconocer que tenemos problemas precisos de medición que dificultan dar un dato exacto acerca del crecimiento del delito.

Viviana Nocito: ¿Cómo evalúas vos el tratamiento de los medios frente a ese crecimiento de los niveles de violencia? Son los medíos los que sobredimensionan la realidad de la inseguridad?

Diego Gorgal: Como les señalaba hace un rato, los medios de comunicación influyen en solo uno de las variables que componen la sensación de la seguridad, que es la preocupación por el tema. Los medios influyen en el establecimiento del tema en la agenda de problemas públicos, pero es solamente este su alcance. Con respecto a otras variables como la percepción de riesgo la influencia de los medios es decreciente así como con respecto al miedo a ser victima de un delito. Veíamos que la percepción de riesgo es asimétrica en la CABA, es otro factor el que dispara la percepción de riesgo: haber sido víctima de un delito anteriormente. Por otro lado, medios como Crónica reflejan solo el 0,1% del parte policial. Los medios hacen un recorte muy chico de la realidad que reproducen. La gente se forma su percepción de riesgo en función de su propia realidad: situaciones de abandono urbano, ausencia de personal policial, presencia de adolescentes consumiendo alcohol o drogas. Es el medio en que cada persona se desenvuelve lo que genera su sensación de temor. Ahora bien, hay que decir que los medios no cumplen un rol socialmente responsable con su manera de transmitir noticias. Esto no deja de ser una hipótesis, pero si relativiza el peso que quiere dársele a los medios en relación a la sensación de inseguridad. El lugar y el perfil de la víctima hacen que los medios refuercen unos casos y no otros.


Referencias bibliográficas
Freund, Julien (1983). Sociología del conflicto. Ediciones Ejército, Madrid. 




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