14 de mayo de 2013

LA VIOLENCIA EN LA EXPERIENCIA JUDICIAL - JOSÉ LUIS MACCHI



Tras la introducción formal del Diputado Caviglia, se dio la palabra al Diputado Ramiro Gutiérrez, quien invitó personalmente al Dr. Macchi, para que hiciese una presentación más profunda del invitado. El Dr. Macchi, afirmó Gutiérrez, es un juez del interior. Esta es una particularidad que no podemos obviar, porque en el interior,  las decisiones del juez actúan directamente como una caja de resonancia sobre la población. Es un juez del fuero penal, lugar donde rige la violencia que condena a las demás violencias. Ha gerenciado las causas mas importantes al sur del rio salado. Se hizo conocido por la causa Cabezas, que fue por la que mucha gente bregó para que viniera a Buenos Aires. Sin embargo, Macchi optó por investigar y conocer culpables. El poder judicial es el hermano pobre de los otros poderes. Es pobre de legitimidad. Hubo un embate muy fuerte para que Macchi abandonara la causa. Pero la población salió a defender a un vecino que era juez. Hubo toda una convocatoria popular en defensa de su trabajo. Hoy viene a contarnos acerca de su experiencia de cuarenta años al servicio de la judicatura.

El Dr. Macchi saludó a la Comisión y agradeció el exceso en las palabras saludatorias.  Estoy seguro de que no me corresponden, dijo. Se me ha convocado para hablar sobre el tema de la violencia. A mi este tema me ha desbordado cuando se me ha interrogado sobre sus causas y sus consecuencias. “Caminante no hay camino”, ahí puedo buscar el refugio que necesito para ocultar mi ignorancia. Se hace camino al andar, esa es la tarea que acometeremos hoy. Nuestros ancestros discurrían por los mares, por los lagos, pero no conocían las leyes de la navegación. Solo acudiendo  a los conocimientos prácticos y sin ningún conocimiento científico. Esto para decir que no debemos naufragar en discusiones teoréticas. Teoría y praxis deben encontrarse y reencontrarse ellas mismas

¿Que es la violencia? Yo no puedo responder ese interrogante. Solo puedo decir que siempre ha existido, que está incorporada al ADN del ser humano. Dejo de lado la violencia natural que no deja de ser violencia y que interactúa con la  violencia humana. Parto de esta primera separación. Dejo de lado la violencia natural que está en el mismo origen del mundo.

La violencia humana escapa a cualquier definición tradicional que nos dice que la violencia es una conducta o que  es una acción intersubjetiva. Que puede ser física o psíquica.  Siempre cambia, es mutante, adquiere distintos modos. También cambian los conceptos,  los valores, las mascaras que usa.

¿Acaso en el concepto bíblico la manzana no fue el origen de la violencia? No está también en el origen la primera piedra lanzada por Caín contra su hermano? ¿No venimos y dejamos al mundo con la violencia mas extrema que es la muerte? El hombre es mitad ángel blanco y mitad ángel negro. Es por definición imperfecto. Solo Dios es perfecto. Los humanos que somos carne y hueso no podemos despreciar la violencia.

Hablemos de la violencia legal ¿Acaso no está todo el ordenamiento jurídico basado en la violencia?  Recordemos las palabras del escudo chileno: “Por la razón o por la fuerza”. Nuestro código penal, punitivo, represivo, es violencia. Desde la tipificación de cada delito se trata de acciones violentas que violentan el alma, el cuerpo, pero que, en definitiva, atentan contra el cuerpo penal. Cada una de las partes del código penal trae violencia: “será sancionado, será reprimido, será castigado”. Cómo esperar entonces que la violencia no se devuelva contra el derecho en un círculo y no tenga solución de continuidad?  ¿Acaso la sociedad no se guía por penas y castigos? ¿Acaso las reglas y normas, fomentadas por la religión o por la costumbre, no son preceptos normativos que anuncian un castigo ante la violencia? ¿Acaso ésta violencia  no está fundada, para bien o para mal en la violencia? ¿No esta el Santo Grial del sistema Jurídico?

Hasta este punto solo esbocé la violencia pero no voy a tratar de atraparla en una definición. Podrá la violencia ser morigerada, reducida, erradicada? No se hasta qué punto. Por lo mutante, lo cambiante de la violencia, desaparecerla es como un ideal. Cuando uno trata de atraparla ésta se escapa y se aleja. De ahí la imposibilidad no solo de conceptualizarla, sino también de extinguirla. Si se extingue la violencia se extinguirían también el hombre y el mundo.

Ahora bien, ¿qué ocurre con la violencia en el mundo penal, la violencia que hoy nos ocupa, la realidad que nos aqueja hoy en  Argentina y en el mundo? La historia nos muestra que el Siglo XX es uno de los más violentos, y  el Siglo XXI parece seguir sus pasos. En la realidad cotidiana nos preguntamos: ¿esa violencia, esa maldad, acaso no nos acecha diariamente? ¿No nos preocupa? Y respecto a la seguridad, ¿No la ansiamos como un valor opuesto a la violencia? ¿Quién de ustedes no ha sido víctima de un delito o de un atentado contra la integridad o los bienes? ¿No nos ha tocado la violencia a todos alguna vez?

Permítanme en este punto referirme a la obra de Dostoievski. Esta inicialmente llevaba el título Crimen y Expiación. Es decir, convocaba directamente al tema de la pena. El castigo es violencia. ¿Cómo podemos cancelar o parar la violencia en la realidad de nuestros días? Yo descreo, y me causa indignación, cuando se habla de atenuar la pobreza, de achicar la brecha entre ricos y pobres, de brindar mayor educación y más oportunidades,  más salud y bienestar a la población, como medio para superar la violencia. Ustedes lo han escuchado, lo han leído. Y yo me pregunto: ¿Y mientras tanto? Porque esas medidas, que son buenas, van a tomar por lo menos tres décadas.  Y en esas décadas, la violencia en Argentina seguirá costando vidas, deshonor, pérdida de la libertad, pérdida de los valores más sagrados: la vida, la integridad, el honor. ¡No podemos esperar 30 años! A grandes enfermedades, grandes y urgentes remedios. La tarea para todos los poderes es transitar el camino de la prevención delictual. Yo quiero soluciones ya y con esto me estoy adhiriendo a lo que quiere el ciudadano de pie, al que transita las calles de dia, al que está detrás de las rejas de su casa mientras que los que deberían estar presos deambulan por las calles. Qué es esto, ¿una revolución copernicana? ¿Estamos todos locos?

La Violentología es la cara de una moneda. La otra cara es la Victimología. Como toda moneda, no pueden verse las dos caras al mismo tiempo. Viendo cada caso, vamos a ir avanzando en ese saber qué es la violencia, de ese saber que provoca a cada ser humano al conocer y a la verdad. Yo he vivido entre la violencia. Me he levantado pensando qué delitos me van a tocar hoy, qué delincuente voy a tener que juzgar.  Al delincuente lo miro, pero no tiene cara. Y pienso, ¿lo miro a él o a la victima? Habría que tener en frente al delincuente pero también al cadáver de la víctima al mismo tiempo, para equilibrar la balanza. No se puede entender la Victimología sin la violentología. Si nos olvidamos de uno no podremos entrar a conocer el otro. Más de una vez nos íbamos a dar una ducha para sacarnos del alma el olor a putrefacción, a muerte, a dolor, a lágrimas. Pero no logré una callosidad que me insensibilizara.  En el ejercicio penal hay una gran violencia: la de la despersonalización, la de la cosificación, la del despojo de la espiritualidad. No por nada el poder despótico busca cosificar, masificar y cerrar la crítica a toda persona. No de gusto los regímenes dictatoriales recurren a la violencia para lograr sus fines totalitarios. Este es el pie para que se hagan las observaciones correspondientes.

Yo me siento en comienzo impotente para enmarcar, precisas y encuadrar este tema con determinación. Es tan abstracto, pero la vez tan real y tan cruel que a uno se le escapa de las manos. La violencia ha nacido con el hombre y seguramente morirá con él. Suprimirla es una utopía, lo que si podemos es morigerarla, prevenir mayores consecuencias, mayor gravedad y mayor crecimiento. Por ahora, el camino que vislumbro es la prevención como manera de actuar sobre la violencia. Agradezco mucho su invitación y espero que esto no sea un óbice sino un acicate para que estas charlas se hagan con oradores más calificados y para que se realicen regularmente porque la vida no es un llegar sino un caminar. Es la búsqueda de la verdad, un ideal. Muchas gracias. (Aplausos del público)

Preguntas y comentarios

El Diputado Franco Caviglia agradeció la presencia del Dr. Macchi y reiteró la dificultad señalada por el ex juez para encontrar una definición univoca de la violencia. Además, dijo que tenemos que convivir con la violencia de la manera menos violenta posible. Hay que lograr un equilibrio entre esta ambivalencia de los seres humanos. No sabemos con certeza si somos buenos o malos por naturaleza. Lo que si sabemos es que somos un mecanismo biológico donde siempre está la violencia como posibilidad. La violencia siempre está presente y puede manifestarse. Pero esto no implica que el hombre sea violento por naturaleza. Esta posibilidad no tiene que actualizarse necesariamente.

Marta Marelli retomó las palabras del Dr Macchi en relación con la prevención y le preguntó qué formas puede adoptar esta coyunturalmente. ¿Qué formas de prevención pueden ser aplicadas en Argentina,  y  que no vayan a ser también violentas?

El Dr, Macchi respondió que es necesaria la prevención estatal a través de los organismos de seguridad. Pareciera que uno quisiera volver a los tiempos pasados, dijo. Pero en este extremo al que hemos llegado, el ciudadano tiene que ser protegido por el Estado. ¿De qué manera? A través de la seguridad que deben brindar todas las instituciones de seguridad. En los países más desarrollados, con menos pobreza, existe menos violencia? No. Veamos por ejemplo a los Estados Unidos. ¿Acaso el desarrollo hizo descender los índices de inseguridad? Claramente no. Violencia y pobreza no están necesariamente relacionadas.

A continuación intervino el Dip. Ramiro Gutiérrez. Va a ser muy difícil orientarnos a la violentología, dijo. En algún momento plantee si una manera posible de abordarla no podría ser pensando en el sujeto que la va a emplear. Si no habría que pensar en el rol del violentólogo, como una especie de intermediador en esa relación intersubjetiva que es la violencia. ¿Cómo hacer para intermediar y mitigar?  Actualmente, el intermediador que más visibilidad tiene es el del litigio. No hemos preparado otro tipo de intermediador. Los abogados hemos sido formados para el litigio. A nosotros nos formaron con la justicia de la espada. Ahora hay que formar con la justicia de la balanza. Hay un nuevo rol del intermediador – violentólogo, como anticipador del hecho violento. Necesita una gran prédica porque es un nuevo pastor. Es alguien que acerca, no que confronta. Hay que formar a alguien que  gerencie con nuevas herramientas que no sean las del litigio, porque ya sabemos que estas son violentas.

El juez Macchi intervino para comentar la postura de Gutiérrez, diciendo que esta sería una medida post- facto. Esa es una medida que tiene lugar cuando el hecho violento ya se ha producido. Es tapar el pozo cuando el chico ya se ha ahogado.  El Derecho Penal tiene cuatro herramientas: pena, multa, reclusión e inhabilitación. Y el juez no cuenta sino con estas cuatro herramientas. No puede salirse de ahí. En otros tiempos, la reprimenda judicial existía y era efectiva. En ocasiones esta era suficiente para desalentar a un hombre a reincidir en un delito. Quiero contarles una anécdota para mostrarle las paradojas que tiene por momentos el derecho penal. Alguna vez vino a mi juzgado un hombre que después de 26 años se presentaba a la justicia confesando el asesinato de su esposa. La causa ya había prescrito, ya no se podía meter preso ni castigarlo, así que tuve que dejarlo ir. El hombre se suicidó. Si se le hubiese tomado declaración y se le hubiese enviado a la cárcel, al menos por el fin de semana para expiar su culpa, quizás se le hubiese podido salvar la vida. Esta hubiera sido una violencia ilegítima, pero en todo caso una violencia justa, porque eliminaba el mal supremo que era que este hombre perdiera la vida.

Pienso ahora en la figura de los jueces de paz, continuó Macchi. Esta era una figura de intermediación para tratar delitos menores y evitar que el sistema penal se sobrecargara. Pero ya no se utiliza más. Lo que quiero remarcar, es que el derecho penal es la herramienta más poderosa, pero también la más destructiva. El Derecho penal  es generador permanente de violencia. El código penal argentino es uno de los más duros que existe, si se aplicara… Pero se aplica mal y tarde, cuando se aplica… No hay opciones, sino elegís entre una de esas cuatro herramientas, que son todas penas. Mandamos a un hombre a la cárcel para que salga peor, con una carga de violencia acumulada y con resentimiento por la sociedad que lo mando preso. En vez de suprimir la violencia le estamos agregando un plus. El “violento” sufre la carga de violencia del derecho penal. Creo que el juez debería tener más flexibilidad, mayores parámetros de actuación. La desconfianza en la justicia es alimentada desde ciertos círculos políticos que le van quitando al poder judicial sus atribuciones. A este paso, un día el código procesal penal le va a decir a los jueces hasta con qué color de corbata tienen que ir vestidos.

Tras la reflexión del Dr. Macchi, retomó la palabra el Diputado Caviglia: Estoy de acuerdo con el planteo del Diputado Gutiérrez  de preguntarnos ¿Quién habla en nombre de la violentología? Es necesario que haya un operador, un diciente, así como ocurre con la Victimología y la criminología. Ese es el violentólogo, quien tiene la misión de hablar y trabajar anticipadamente para que las circunstancias no deseadas puedan mitigarse, prevenirse, desplazarse, puedan encontrar un mecanismo de gestión. Ir hacia una cultura de la convivencia comunicativa. Que podamos convivir con la violencia de la manera menos violenta posible. A veces las teorías que estudian la violencia son autojustificatorias de la violencia que estudian y este es un sesgo ideológico que ha de romper la violentología.

El turno de intervención correspondió a Paola Rodríguez quien agradeció al Dr. Macchi su presencia y declaró sentirse contenta por su visita a la Comisión. En algún momento de su intervención Dr. Macchi - agregó- me sentí un poco perpleja, sobre todo cuando usted dijo que “los ciudadanos de bien están detrás de las rejas de sus casas mientras que los que deberían estar presos deambulan por las calles”, y me genera perplejidad poniéndolo en relación con el más reciente informe de la Comisión Provincial de la Memoria sobre violencia institucional. Según este informe, el 67% de la población carcelaria se encuentra sin sentencia, esto sin contar las condiciones paupérrimas en que deben vivir y la violencia que deben padecer de parte de los guardias penitenciarios. Me pregunto qué problema es el que se soluciona enviando más presos a las cárceles, en una coyuntura en la que las instituciones penitenciarias están a punto de colapsar. ¿Qué responsabilidad le cabe al sistema judicial en la situación de estos detenidos sin juicio, y en la de toda la población carcelaria que debe sufrir el hacinamiento?

El Dr. Macchi respondió: Efectivamente, el sistema carcelario argentino no ha funcionado. Y menos ahora con la superpoblación carcelaria. Hay un atraso y retroceso en los procesos judiciales que responden a una crisis general del sistema penal. El  poder judicial tiene problemas serios pues el Estado no destina suficientes recursos tanto monetarios como políticos para fortalecerlo. Por otro lado, el nuevo sistema de enjuiciamiento (que no es tan nuevo porque ya lleva en vigencia varios años) no ha contribuido a agilizar la justicia sino que ha hecho todo lo contrario. Ha producido el colapso de la administración de justicia en la Provincia de Buenos Aires. Hay una falta de apoyo del poder ejecutivo que sirva de sostén al ideal que está planteado en la norma. A esto se suma una mala práctica del legislativo.

Tomó la palabra el Dip. Ramiro Gutiérrez: Decía el Juez Zaffaroni que la pena es maldad, la pena es daño. No es rehabilitación. Esta es una concepción realista. El delito es la expresión del fracaso de una sociedad. No hay que llegar al delito. Ingresar al sistema carcelario ya es perder. Hay un mito-tabú según el cual la cárcel es un lugar donde la sociedad demanda que haya inquilinos permanentes. La cárcel va a existir siempre en aquellos lugares en los que se espera llevar tranquilidad colectiva a ese saber pre- científico y prejuicioso del ciudadano común. En este sentido, la cárcel es solo un depósito que busca apaciguar la conciencia de los ciudadanos que no están presos. A esto se suma un crecimiento del panpenalismo, que va en progresión geométrica gracias a una lógica de legislar según las necesidades de la coyuntura.

Retomó el Dr. Macchi: En algún momento hablamos de los delitos menores y preguntábamos si estos deben ser relevantes para el derecho penal, habida cuenta de que, la mayor parte de la población carcelaria se encuentra privada de la libertad por este tipo de delitos. ¿Es correcto que hagan parte del derecho penal o deberían ser tratados como contravenciones o faltas menores, según el principio de oportunidad? Esto hay que analizarlo seriamente. La realidad muestra que se empieza en el camino al delito por los delitos menores y se sigue escalando hacia delitos mas graves. Pero este tipo de razonamientos tienden a deslizarnos hacia la doctrina de la tolerancia cero, y ahí aparece un cartel de peligro.

El Diputado Caviglia agradeció nuevamente al Dr. Macchi su participación, y cerró la sesión convocando a una próxima reunión el miércoles 22 de agosto. Siendo las 2: 30 pm se dio por terminada la Comisión.

No hay comentarios: